Monday, September 9, 2019

EL ÚLTIMO DIARIO, POR AHORA, DE GARCÍA MARTÍN

         
            HABLANDO CLARO: AL PAN PAN Y AL MEMO, «ENTRAÑABLE AMIGO, APRECIADO POETA»
                               EL ÚLTIMO DIARIO, POR AHORA, DE GARCÍA MARTÍN

Estamos celebramos los treinta años de la publicación de Días de 1989, el primer diario de José Luis García Martín, un libro breve que anotaba cinco meses, de abril a agosto de dicho año. Desde entonces hasta ahora, el diarista, ha ido escribiendo, en casi veinte tomos, unos episodios nacionales, una historia social, estética, política y personal que pasado el tiempo serán, para los estudiosos, herramientas con respuestas a preguntas que ningún medio de comunicación social daba. 
Hablando claro, abarca los años 2017-2018, lleva un largo y sugestivo prólogo del también diarista José Manuel Benítez Ariza, ha sido editado por Renacimiento en su Biblioteca de la memoria. Como el título indica, es un diario donde se intenta decir las cosas sin tapujos, a las claras, poniendo el dedo en la llaga. 

Un diario es siempre una estilización de la vida y lo que de ella pueda interesar a los demás. No escribo para mí mismo ni para atormentar al lector. En los míos hay lecturas, libros viejos que se encuentran por las librerías o en el Fontán, mi relación de enamorado con ellos. También la rutina, tomar café cada mañana en Nueva York o Venecia, todas las ciudades a las que voy y en las que cabe Oviedo y más. Otro ingrediente que ha ido decreciendo es el mundo literario, las sátiras y burlas a escritores, como si me interesaran menos”.

El diarista será testigo y notario, ciudadano avispado, periodista y aforista, poeta (cuando va a un acto y se aburre suele escribir haikus). Destacaremos que en este volumen García Martín (no importa que insista una y otra vez que no va a hablar de política, saca las uñas y le crecen los enemigos), cuando se posiciona en la cuestión catalana. 
Hablando claro es un libro de viajes, una aproximación estética, una interminable estantería llena de libros, pero sobre todo es un continuo selfie, un autorretrato, un casi striptease del escritor, del personaje y del hombre que, dice, lleva una vida aburrida, monótona y provinciana, una vida rodeado de libros: lee desde que se levanta temprano, escribe, se acerca al trabajo docente y lee, a la redacción de la revista que dirige y lee, se toma un café y lee, come, descansa y lee, va a la tertulia donde hablan, también de libros, ve un poco la tele y se acuesta temprano.  

Tiene fama de ser un escritor invisible, pero es uno de los autores que más libros ha publicado en sus sesenta y nueve años de vida. Le gustan las simetrías, las coincidencias y los horóscopos, y sabe ser agradecido: es más rentable que no serlo. Es como un gato, dice, cierra los ojos inocentemente, aunque los tenga bien abiertos, y se deja “llevar confiado de un sitio a otro y acariciar por unas manos que no existen y sin embargo todavía me sostienen”. Habla, por ejemplo, de Galdós, pero está hablando de sí mismo, que es lo que siempre hace. Se presenta como una ortiga, un sabelotodo, un cascarrabias y en realidad es tremendamente desprendido, amable, educado y aguanta a fans que le tienen reservado el periódico en el café donde va cada mañana haga frío o calor. Allí recibe a poetas primerizos,  a sus amigos y a sus enemigos, allí hojea la prensa y allí ve pasar la vida que se le echa encima, poco a poco. Y a veces cavila en la muerte y piensa en cómo dejar su legado cuando ya no esté. Dice que habla y habla para que no descubramos su secreto, y se asusta al ver el reportaje fotográfico de una presentación en la que en casi cien fotos no se encuentra, no se reconoce: los estragos de la vejez. Él sabe que no está solo, ahora ha “aprendido que, por muy solo que esté, nunca estaré solo: llevo conmigo un mundo, toda la gente que he querido, toda la gente que quiero”. Le podríamos llamar pirata de textos ajenos, egoísta, solitario, huérfano de amor, misántropo. Ferviente devoto de la  ironía, el sarcasmo, inteligencia, una frase mordaz que hunde al enemigo y desazona al amigo, presumido. Es vanidoso, dueño de un mundo de fantasmas y presencias que le buscan en la noche, que se encontró en palacios venecianos, en sótanos de Manhattan, en alturas de soledad y en infiernos de indiferencia. 

Para los que le siguen en Facebook y celebran su ingenio y sus fotografías, Hablando claro es un libro que hay que leer, un volumen entretenido, del que uno aprende, un manual que entretiene, que informa y por el que nos enteramos de “secretos” del mundillo literario, de la historia de España. Y si leemos entre líneas hasta podamos llegar a conocer al verdadero José Luis García Martín: un escritor que se gana “la vida honestamente y puedo decir lo que quiera cuando escribo. No es un mérito, simplemente no soy un escritor profesional.” 

Wednesday, September 4, 2019

Nos queda la música



                                          


030919.- Lo primero que hice al llegar a USA, mientras reforzaba mi renqueante inglés, fue comprarme una antología de poesía americana (que aún conservo y consulto) y empezar a escarbar a ver qué poemas entendía, que eran muy pocos. Entre ellos me encontré con uno de Pound que se titulaba “A pact”, un monólogo dirigido a  Walt Whitman, que fue el primero que intenté traducir, con enormes lagunas y palabras subrayadas (sap, carved, pig-headed) necesitadas de diccionario. Luego me atreví con algunos poemas de Frost, los en apariencia anecdóticos, con Jane Kenyon y más tarde, el resto... Aparte de los que yo consideraba poetas me volqué en un músico, al que no consideraba poeta hasta que el 8 de mayo de 1980 (como me recuerda la anotación hecha por mí mismo) me compré los “Selected Poems 1956-1968” de Leonard Cohen. La primera canción, “Suzanne”, que me deslumbró, me la tradujiste tú. El día que entendí la música y la letra supe que el cantante formaría parte de mi vida. Y así ha sido. Mucho tiempo después tuve la suerte de verlo en persona, un año antes de que muriera.
Vamos al “Jewish Museum” donde tiene lugar una exhibición, “Leonard Cohen: A Crack In Everything”,  dedicada al cantante canadiense basada, principalmente, en vídeos y entrevistas, con su  música, su vida, etc. Las salas con como pequeñas capillas, en la catedral del recuerdo, oscuras, con cojines y asientos para que los fieles se postren a adorar a su dios que aparece, como un mesías, en una enorme pantalla que llena las paredes. Todos bisbiseamos, como si estuviéramos rezando, algunos parecen extasiados, otros sonríen con esa sonrisa que dan la añoranza y la melancolía, algunas devotas, ahora viejas y arrugadas, en otro tiempo jóvenes bellísimas, “rojas”, rompedoras, iconoclasta, el sexo como bandera de liberación, lloran mientras tararean, apoyadas en el hombro del marido o de la compañera, las canciones del Maestro que fueron su santo y seña, sus himnos en una época donde el mundo ardía con lo hippie, el mayo francés, las drogas, la minifalda, el sexo, los Beatles, la guerra de Vietnam…
La exhibición no enseña nada personal del Maestro, solo su música y su palabra, pero no hace falta, todos los que estábamos allí, viejos cansados, con dolores de espalda, sordos, arrugados, almas en pena sostenidos por el pasado, de vuelta de la vida, blancos y “cultos”, llevamos dentro de nosotros el mundo del Maestro. 
Visitar la exposición es sobre todo, entrar en un mundo en blanco y negro y en un color borroso y lejano, es sumergirse en un mar donde la nostalgia aprieta, pero no ahoga, donde el tiempo pasado fue mejor, donde la magia de la música nos hace a todos volver a ser jóvenes y momentáneamente felices. Los que iban en sillas de ruedas, los que llevaban camisas floreadas (pasadas de moda), los de mirada borrosa, los que fueron fuego y belleza, cuerpos en flor, las frágiles sombras de juventud ajada, perfumadas de melancolía, pechos vencidos y pupilas turbias, todos, al cantar con el Maestro “Suzanne Takes You Down” o “Aleluia” nos sentimos libres de dolores y de vejez. Nunca hubiéramos podido imaginar que perderíamos la juventud y también la revolución, pero eso sí, sabíamos que nos quedaría la música. 






Sunday, September 1, 2019

Suavemente ribera, de Antonio Manilla

                                         

                                           UNA LUZ EN LA VENTANA.
                       SEIS APROXIMACIONES A SUAVEMENTE RIBERA Y UN POEMA.

     
        Antonio Manilla
       Suavemente ribera
       XXI Premio de Poesía Generación del 27´
       Colección Visor, Madrid, 2019.

     1.- Es Suavemente ribera una crónica de las horas fugitivas, una partitura donde la vida interpreta su mejor composición, una narración escrita en las páginas blancas de los días, una aproximación metafísica a los temas de siempre, lo que hace que la poesía sea poesía, un libro con raíces, donde lo cotidiano aflora como ese árbol que buscamos para que nos proteja del sol. Un acercamiento al terreno de la mística desde los umbrales de lo trascendente, desde la suave ribera de la serena contemplación.  

      2.- En Suavemente ribera impera ese necesario acercamiento, en el que la razón es la herramienta que engarza la emoción entre el poeta y el lector, ese fuego en el cerebro que todo buen poema nos hace sentir, ese malestar en las entrañas, ese desasosiego en el corazón. 

      3.- Por Suavemente ribera fluyen, en lo más hondo de su cauce, las raíces de la luz y de la sombra, lo eterno, lo que nunca cambia, lo que parece nuevo, ideas que hacen mover el río de la vida con la pericia que uno mismo impone. Es esa disposición, ese arte, los que hacen que el libro sea una historia que nos ayuda a entender la muerte mejor, a reflexionar, a indagar y a estar agradecidos por la lluvia, por saber “que nadie muere nunca / mientras alguien le guarda / un asiento en su mesa”, porque en noches de soledad y de desesperación haya una luz en la ventana. 
      
      4.- Suavemente ribera es un libro cíclico, con ecos machadianos, rozando la poesía oriental y con resonancias de poetas americanos contemporáneos, un libro que desde el principio, en el prólogo/impromptu está diseñado el plan a seguir. Vendrán los caminos de la tarde, los espacios despoblados, la tierra extraña, el sonoro tambor de la noche y aparecerá la aurora. Y sentiremos cómo la naturaleza viene a nuestro encuentro, nos envuelve y nos protege hasta que lleguemos a “la patria sin fronteras de la muerte”.

      5.- Suavemente ribera es un ungüento popular y mágico, culto y hogareño que cierra heridas, una brújula que abre caminos, un tratado didáctico que te ayuda y enseña a ser feliz,  una cartilla que te avisa de los peligros con los que te puedes encontrar si no sabes disfrutar de la vida. 

      6.- Suavemente ribera es un libro necesario, una obra mayor para leer en tiempos revueltos y peligrosos, un texto que nos advierte que uno es de donde viene.