HABLANDO CLARO: AL PAN PAN Y AL MEMO, «ENTRAÑABLE AMIGO, APRECIADO POETA»
EL ÚLTIMO DIARIO, POR AHORA, DE GARCÍA MARTÍN
Estamos celebramos los treinta años de la publicación de Días de 1989, el primer diario de José Luis García Martín, un libro breve que anotaba cinco meses, de abril a agosto de dicho año. Desde entonces hasta ahora, el diarista, ha ido escribiendo, en casi veinte tomos, unos episodios nacionales, una historia social, estética, política y personal que pasado el tiempo serán, para los estudiosos, herramientas con respuestas a preguntas que ningún medio de comunicación social daba.
Hablando claro, abarca los años 2017-2018, lleva un largo y sugestivo prólogo del también diarista José Manuel Benítez Ariza, ha sido editado por Renacimiento en su Biblioteca de la memoria. Como el título indica, es un diario donde se intenta decir las cosas sin tapujos, a las claras, poniendo el dedo en la llaga.
“Un diario es siempre una estilización de la vida y lo que de ella pueda interesar a los demás. No escribo para mí mismo ni para atormentar al lector. En los míos hay lecturas, libros viejos que se encuentran por las librerías o en el Fontán, mi relación de enamorado con ellos. También la rutina, tomar café cada mañana en Nueva York o Venecia, todas las ciudades a las que voy y en las que cabe Oviedo y más. Otro ingrediente que ha ido decreciendo es el mundo literario, las sátiras y burlas a escritores, como si me interesaran menos”.
El diarista será testigo y notario, ciudadano avispado, periodista y aforista, poeta (cuando va a un acto y se aburre suele escribir haikus). Destacaremos que en este volumen García Martín (no importa que insista una y otra vez que no va a hablar de política, saca las uñas y le crecen los enemigos), cuando se posiciona en la cuestión catalana.
Hablando claro es un libro de viajes, una aproximación estética, una interminable estantería llena de libros, pero sobre todo es un continuo selfie, un autorretrato, un casi striptease del escritor, del personaje y del hombre que, dice, lleva una vida aburrida, monótona y provinciana, una vida rodeado de libros: lee desde que se levanta temprano, escribe, se acerca al trabajo docente y lee, a la redacción de la revista que dirige y lee, se toma un café y lee, come, descansa y lee, va a la tertulia donde hablan, también de libros, ve un poco la tele y se acuesta temprano.
Tiene fama de ser un escritor invisible, pero es uno de los autores que más libros ha publicado en sus sesenta y nueve años de vida. Le gustan las simetrías, las coincidencias y los horóscopos, y sabe ser agradecido: es más rentable que no serlo. Es como un gato, dice, cierra los ojos inocentemente, aunque los tenga bien abiertos, y se deja “llevar confiado de un sitio a otro y acariciar por unas manos que no existen y sin embargo todavía me sostienen”. Habla, por ejemplo, de Galdós, pero está hablando de sí mismo, que es lo que siempre hace. Se presenta como una ortiga, un sabelotodo, un cascarrabias y en realidad es tremendamente desprendido, amable, educado y aguanta a fans que le tienen reservado el periódico en el café donde va cada mañana haga frío o calor. Allí recibe a poetas primerizos, a sus amigos y a sus enemigos, allí hojea la prensa y allí ve pasar la vida que se le echa encima, poco a poco. Y a veces cavila en la muerte y piensa en cómo dejar su legado cuando ya no esté. Dice que habla y habla para que no descubramos su secreto, y se asusta al ver el reportaje fotográfico de una presentación en la que en casi cien fotos no se encuentra, no se reconoce: los estragos de la vejez. Él sabe que no está solo, ahora ha “aprendido que, por muy solo que esté, nunca estaré solo: llevo conmigo un mundo, toda la gente que he querido, toda la gente que quiero”. Le podríamos llamar pirata de textos ajenos, egoísta, solitario, huérfano de amor, misántropo. Ferviente devoto de la ironía, el sarcasmo, inteligencia, una frase mordaz que hunde al enemigo y desazona al amigo, presumido. Es vanidoso, dueño de un mundo de fantasmas y presencias que le buscan en la noche, que se encontró en palacios venecianos, en sótanos de Manhattan, en alturas de soledad y en infiernos de indiferencia.
Para los que le siguen en Facebook y celebran su ingenio y sus fotografías, Hablando claro es un libro que hay que leer, un volumen entretenido, del que uno aprende, un manual que entretiene, que informa y por el que nos enteramos de “secretos” del mundillo literario, de la historia de España. Y si leemos entre líneas hasta podamos llegar a conocer al verdadero José Luis García Martín: un escritor que se gana “la vida honestamente y puedo decir lo que quiera cuando escribo. No es un mérito, simplemente no soy un escritor profesional.”