Sunday, July 26, 2020

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http://www.lehman.edu/ciberletras/v01n02/Reisz.htm



¿Quién habla en el poema... cuando escribe una mujer?
Lehman College, & The graduate Center, CUNY

En el título de estas reflexiones confluyen la nostalgia del pasado y el deseo de cambio, dos tendencias de difícil convivencia que, sin embargo, suelen presentárseme de la mano en el escenario de mis debates internos.

"¿Quién habla en el poema?" era la pregunta con se abría el último capítulo de Teoría literaria. Una propuesta, un libro que me publicó la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1986, cuando yo vivía en Lima y era profesora de esa institución. Trece años más tarde, con muchos cambios históricos y personales de por medio, retomo mi pregunta pero añadiéndole una precisión que modifica por completo el repertorio de respuestas posibles. Renuncio ahora a la pretensión de universalidad de la pregunta primigenia puesto que las transformaciones políticas, sociales, científicas, tecnológicas y artísticas a las que me ha tocado asistir desde un mirador privilegiado, la babélica Nueva York, me han exigido una radical revisión de mis premisas originales.

No es casual que ahora me sienta "escritora" y antes no, pese a que me he pasado la vida escribiendo. Algo fundamental se ha transformado en mí con la exacerbada conciencia de ser mujer dentro de un coto tradicionalmente masculino. Pero también algo muy básico ha cambiado en el mundo de las letras, con el ingreso de nuevos actores, antes relegados al silencio y a la pasividad. Esos nuevos actores han traído consigo, entre otras muchas cosas, cierta falta de respeto ante las formas heredadas y una progresiva difuminación de las fronteras entre los géneros. La crítica literaria, después de haber vivido la fantasía de su igualación con las ciencias duras, se acerca ahora a la ficción y a la poesía sin mayor pudor pero, al mismo tiempo, sin la inocencia de la crítica "precientífica". Y viceversa, la narrativa se permite con cierta frecuencia teorizar, del mismo modo que la poesía se atreve a contar historias, a cuestionar el orden social y a mezclar lo alto con lo bajo en los contextos menos previsibles. La amarga denuncia tanguera, "siglo XX, cambalache", parece encontrar confirmación en los minutos postreros del milenio...

La breve descripción precedente podría dejar la sensación de que estoy hablando de la llamada "postmodernidad" en términos muy generales, con la misma vaguedad y laxitud con que suele introducirse el concepto en casi cualquier texto crítico de nuestros días. Me importa enfatizar que no es el caso. Cuando me refiero a "nuevos actores" lo hago en el sentido fuerte del término. Pienso sobre todo en "actoras" y en "actores" habitualmente marginados por factores extraliterarios (como pueden serlo la pertenencia al género femenino, la procedencia étnica o el formar parte de una minoría sexual o de cualquier otro tipo).

Las nuevas respuestas que intentaré ofrecer ahora retoman algunas de las ideas que formulé en los años ochenta sobre las relaciones entre poesía y ficción reexaminándolas desde un ángulo no contemplado entonces por mí: el género y la orientación sexual de quien escribe el poema. También se apoyan en algunas claves del pensamiento bajtiniano pero, al mismo tiempo, reubican ese pensamiento en el "contexto ampliado" previsto por el propio Bajtín para cualquier obra en diálogo con la posteridad.

En el último capítulo de Teoría literaria. Una propuesta señalaba que uno de los criterios decisivos para reconocer el carácter ficcional de un poema (y de la voz poética que se expresa en él) es la no-coincidencia entre la situación interna de enunciación y la situación de escritura. En los ejemplos utilizados allí dejaba en claro que aunque la voz poética ostentara las mismas señales de identidad del poeta, el desfase explícito entre una y otra situación (y sus respectivos actantes) creaba en el texto un "personaje lírico" separado del autor. A propósito de Trilce III de Vallejo, que se inicia con los versos "LAS PERSONAS mayores/ ¿a qué hora volverán?", ofrecía la siguiente explicación:
Resulta aquí evidente que la voz que en aparente diálogo con sus hermanos pequeños expresa la inseguridad y los temores de un niño en ausencia de los padres, no es la que le corresponde a un poeta adulto que, en situación de escribir un poema, da forma artística a su sentimiento -infantil y adulto- de integral desamparo. (1996, 203).
Y añadía un poco más adelante:
César Vallejo no registra en el blanco de la página la directa expresión verbal de su vivencia sino el discurso verosímil - nunca dicho o, al menos, ni así ni ahora - de un Vallejo-niño sólo existente en el espacio intermedio entre la imaginación y la memoria. El que escribe no es el mismo que habla en el poema.
Esta frase, el que escribe no es el mismo que habla en el poema, me exige ahora una serie de matizaciones y problematizaciones que se derivan de mi actual perspectiva teórico-crítica. En efecto, cuando uno se propone examinar los textos a través de una lente genérico-sexual, comprobará de inmediato que antes de preguntarse si los enunciados de la voz poética coinciden o no con la situación de escritura, tendrá que prestar atención prioritaria al pacto implícito que el escritor o la escritora propone a sus lectores por el hecho de darse a conocer como hombre o como mujer a través de su firma.

Con esta última aclaración no me propongo dar especial relieve a los ejemplos desviantes: no estoy pensando en primera línea en el caso particular de las escritoras que en siglos pasados publicaron sus obras con un pseudónimo masculino para ser más fácilmente aceptadas ni estoy aludiendo a juegos de travestismo encaminados a burlar al receptor. Me refiero, lisa y llanamente, a las expectativas de lectura que suscita el dato histórico o empíricamente verificable de que un poema ha sido escrito por una mujer y no por un hombre. O a la inversa: por un hombre y no por una mujer.
Por un instante me he sentido tentada de decir que la segunda formulación es menos relevante que la primera, pues a lo largo de la historia literaria las pocas mujeres poetas célebres han sido la excepción que confirmaba la regla de la total hegemonía masculina en las bellas letras (y, por supuesto, en todas las actividades "de importancia pública"). Es decir, que lo normal y esperable era que el texto de valor artístico hubiera sido escrito por un hombre. Sin embargo, en este fin de milenio la situación se ha modificado de tal manera que ambas formulaciones pueden alcanzar una validez equivalente.

Al utilizar la expresión "por una mujer y no por un hombre" (o su reverso, "por un hombre y no por una mujer") hago una deliberada mímesis de las oposiciones binarias dominantes en la lógica patriarcal, de los estereotipos genéricos fundados en tales oposiciones y de las expectativas de lectura correspondientes a esos estereotipos.

De la mujer poeta no solo se espera que utilice adjetivos femeninos para caracterizar a su "yo lírico" (y que diga, por ejemplo, "esta mañana soy otra") (1) sino, además, que muestre su "sensibilidad femenina", que exhiba su vulnerabilidad, que exprese la primacía de los afectos en su vida, que hable de su mundo privado, que despliegue sus sentimientos como amante y como madre, que ventile las angustias generadas por su dependencia del hombre, que revele sus ansiedades en torno al envejecimiento (pero no solo como parte del universal "camino hacia la muerte" sino desde el específico temor de perder el atractivo físico ante el varón), que deje testimonio de las limitaciones y recortes inherentes a su rol tradicional...

Al otro lado del espectro, se espera que un hombre poeta plantee los "grandes-temas-de-la-humanidad": la herida temporal, la consciencia de nuestro "ser-para-la-muerte", la finitud de la vida y del amor, la pequeñez de la condición humana ante la inmensidad del universo, el anhelo de trascedencia, el asombro ante los misterios de la naturaleza, la conmoción y el horror frente al sufrimiento humano, el enigma del mal, de la locura, de la crueldad, el escrutinio de eso que llamamos la "realidad", la entronización de la mujer como objeto "natural" del canto amoroso ("poesía eres tú"), la exploración egocéntrica de la propia pasión, el escarnio de la ingrata o la glorificación de la amada silenciosa e inmóvil, los placeres de la camaradería, el amor a la patria, las glorias y miserias de la guerra...

En la enumeración precedente he mezclado intencionalmente expectativas tradicionalistas y feministas porque reconozco que todas ellas juegan algún rol en mi propia lectura , pese a mi empeño por liberarme de la miopía crítica que arrastran consigo todos los estereotipos...incluso aquellos engendrados por una ideología que se asume de modo consciente y se considera progresista (como es mi propio caso en relación con una teoría literaria de inspiración feminista).

El peso de esos estereotipos se me hecho enteramente visible en la extrañeza y la tensión que creó en mí la lectura de "Dos autorretratos", poema dual del poeta y crítico español José Luis García Martín. El texto contiene dos monólogos sostenidos por los dobles ficcionales de las poetas rusas Marina Tsvietáieva y Anna Ajmátova, en los que cada una de ellas propone una imagen de sí misma a modo de epitafio o de inscripción monumental para el futuro. "Anduve enamorada del amor/ y no encontré el amor en parte alguna", proclama el personaje-Tsvietáieva en dos rotundos endecasílabos liminares a los que parecen responder, a la manera de un eco ligeramente distorsionador, los dos versos iniciales del personaje-Ajmátova: "Mi vida ha transcurrido en algún sitio/ del que yo estaba ausente." (2)

Desde el punto de vista del viejo tema de las fronteras entre poesía y ficción, "Dos autorretratos" no se diferencia en nada del citado Trilce III de Vallejo: en ambos casos el poeta construye una voz que no puede ser la suya propia en el momento de escritura, independientemente del hecho de que la voz que habla en Trilce III se pueda identificar como vallejiana en más de un sentido y de que las voces femeninas de "Dos autorretratos" no tengan más relación con su autor que el haber sido imaginadas por él.

Sin embargo, el hecho de que ambos poemas puedan ser buenos ejemplos para un mismo caso teórico (el del "poema ficcional" en oposición a los poemas de tipo "testimonial" o a los poemas "indiferentes a la ficción") no contrarresta la irreductible diferencia que salta a la vista cuando se comparan ambos textos desde el punto de vista del género sexual de quien escribe y de quien habla en uno y otro poema. El resultado de la comparación, teóricamente inaceptable pero intuitivamente convincente, es que "Dos autorretratos" es "más ficcional" o "más mentiroso" que Trilce III, pues allí el poeta no habla de sí sino que se limita a construir dos personajes y dos soliloquios quasi-dramáticos.

No obstante, pronto comprendí que la extraña tensión que experimentaba al leer esos monólogos líricos no se debía simplemente a la discordancia genérica entre el poeta y sus voces sino, sobre todo, a la impresión de que el suyo era un trabajo de mímesis hecho muy "de cerca", en el estilo en que muchas poetas de nuestros días suelen homenajear a sus antecesoras, especialmente a aquéllas que , como Sylvia Plath o las mismas Tsvietáieva o Ajmátova, han legado a la posteridad una gran obra poética junto con el recuerdo de una típica vida "de mujer", marcada por la infelicidad.

Analicé las frases con minucia, buscando claves para demostrarme a mí misma que no es posible hacer un simulacro perfecto de Weltanschuung femenina. Y, como era de esperarse, encontré lo que buscaba: cierta tendencia a generalizar o abstraer en materia de sensaciones y afectos; cierta calculada (o ineludible) distancia en relación con las experiencias evocadas; cierta falta de intensidad y de temperatura emocional en la elaboración de la autoimagen; y, sobre todo, la ausencia de una resonancia coral femenina en el timbre individual de ambas voces de poeta.

Para formular esta última objeción acudió a mi memoria la idea bajtiniana de que la perspectiva del autor lírico es fundamentalmente "una obsesión de coro". (Bajtín, 1982, 149). Supongo que inspirado en la lírica coral griega (y sobre todo en su variante trágica) Bajtín intentó trasladar a la poesía lírica moderna un concepto que parece solo apropiado para la narrativa o el drama, pero que, sin embargo, también puede ser un instrumento eficacísimo para el análisis de la poesía. Me refiero a las relaciones entre el "autor" y su "héroe" y, de otro lado, a las complejas interacciones entre la "voz propia" y la "voz ajena".

En la autobiografía y en la poesía lírica no-ficcional la coincidencia identitaria de autor y héroe se diferenciaría por el hecho de que en la primera el héroe, "fuerte y autoritario", construido desde otros que lo recuerdan y para otros que lo recordarán, se impone por completo al yo-autor. En la lírica, por el contrario, "el héroe no tiene casi nada que oponer al autor" (147), quien lo construye, es decir, se construye, mediante la objetivación valorativa de la propia vivencia. Bajtín resume así su intuición de la peculiar dialéctica de cercanía y distancia, identidad y otredad, que caracteriza la articulación del enunciado lírico:
La lírica es la vista y el oído de uno mismo desde el interior, con ojos emocionales, y en la voz emocional del otro: yo me oigo en el otro, con otros y para otros." (149).
Completé de inmediato esta idea con una mía que he expuesto con ligeras variantes en otros marcos teóricos. (3) Me dije --y repito aquí una vez más-- que la voz hasta cierto punto "ajena" de la que se vale el/la autor/a lírico/a, esa voz "acorde con un coro posible", tiende a ser concebida por el poeta y sus lectores como expresiva de la humanidad y en armonía con los registros más universales del sentir humano ; en cambio, el "coro posible" de las poetas que irrumpen como nuevas actoras suele ser un "coro posible" en el sentido más literal de la expresión: un colectivo limitado y difuso, constituido por esa parte de la humanidad que comparte con quien escribe el poema las mismas circunstancias vitales y, sobre todo, las mismas limitaciones dolorosamente admitidas. En suma: voces de mujeres conscientes de su rol genérico dentro de sus respectivas culturas.

Éstas y otras reflexiones similares perdieron, sin embargo, su carácter probatorio no bien me planteé una pregunta crucial: ¿es que yo habría sido capaz de percibir la falta de "resonancia coral femenina" --me cito a mí misma-- en "Dos autorretratos" si no hubiera sabido de antemano que el texto es obra de un hombre y no de una mujer? Tuve que admitir que la respuesta más probable es no.
Al mismo tiempo, tuve que conceder que muchas mujeres poetas no tienen el menor interés en crear esa "resonancia" y, de otro lado, que no todos los hombres que a lo largo de la historia de nuestras letras han dado voz a figuras femeninas lo han hecho con igual grado de proximidad y empatía.

Cuando intento regresar a las fuentes (de la lírica coral y del travestismo literario) se me hace ineludible el recuerdo de la Clitemnestra de Esquilo en la Orestíada y de su equivalente euripideo en Ifigenia en Aulis: implacable y feroz la una, herida de muerte en su sentimiento maternal la otra; condenadas ambas al odio y al crimen pero tan distintas en su capacidad de consonar con otras voces femeninas a través de los siglos...

Algunos/as creadores/as son capaces de saltar el cerco de su propio condicionamiento genérico y de mirar "como con ojos propios" la vivencia de la otredad sexual. La voz lírica que realiza la proeza de articular esa vivencia vicaria es doblemente "ajena": por ser la voz "musical" que hace de la emoción un objeto de arte; y por ser la voz del género opuesto.

El fenómeno es raro. Mucho más raro de lo que podría suponerse cuando uno recuerda el crecido número de heroínas (sobre todo novelescas) emanadas de una imaginación literaria masculina. Los textos que son producto de tan complejo y logrado proceso de "transgenerización" lírica parten de una ruda "contradicción anunciada" (que se lee en la firma del autor) y, al mismo tiempo, satisfacen con notable eficacia las expectativas que se derivan de los estereotipos genéricos en torno a la voz de "héroes" y "heroínas".

Casos como éstos, que los autorretratos ficcionales de José Luis García Martín ejemplifican con especial brillo, se distancian nítidamente de las imitaciones serias o burlescas, de las estilizaciones superficiales o de los empeños miméticos "desde afuera", tan fáciles de descartar como no problemáticos en toda lectura atenta a la diferencia sexual. Por otro lado, son estos mismos casos excepcionales los que muestran el peso casi aplastante del binomio masculino/femenino en el horizonte de nuestras expectativas de lectura. Y son ellos también los que ponen en evidencia por qué la cuestión del género sexual de la escritura suele ser indecidible cuando se desconoce la identidad del autor.

No quisiera concluir esta reseña de "curiosidades" transgenéricas sin mencionar el caso de una lírica homoerótica de singular calidad , en la que tanto el sujeto como el objeto del canto llevan la marca explícita o implícita de la masculinidad y en la que, sin embargo, el "coro posible" de la voz solista incluye los ecos de voces líricas femeninas.

Hilario Barrero, poeta español residente en Nueva York, se distingue por cultivar golosamente una imaginería inspirada en las aterradoras visiones de ultratumba del cristianismo y del mundo clásico, por radicalizar el lenguaje de lo "sublime" hasta un punto cercano al estallido y por construirse un "héroe" con rasgos de amante y de mártir, fervorosamente entregado a la pasión (en un sentido a la vez erótico y religioso).

Ese "otro" que da voz valorativa a la interioridad callada del poeta cantándola en clave elegíaca, con frecuencia acoge en su palabra las reverberaciones de una sentimentalidad femeninamente masoquista y autoirónica a la vez, una postura estético-emocional que en la poesía hispanoamericana de este siglo está representada ya en Delmira Agustini y que en la actualidad tiene una cultora eximia en la poeta y narradora peruana Giovanna Pollarolo.
He aquí un collage de citas con relieves míos, que pone a la vista un parentesco tal vez ignorado por los autores más recientes mas no por ello menos notorio:
Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!
(Delmira Agustini, "El intruso", 1993, 168)
Yo jadeo por ti.
.....................
Pero callo
sé que me despreciarías
como a una perra pegajosa y babeante

que no deja de mover la cola
la lengua afuera
cuando llegas;
que se orina en las alfombras
cuando presiente una caricia.
(Giovanna Pollarolo, "Primera declaración de la esclava", 1997, 81)
Todos ignorarán mi miedo de perderte,
de esta incesante lucha por poseer tu espacio,
ser dueño de tu boca, amo de tu paisaje,
propietario del bosque de tu pecho
y depender de ti, esclavo de tu aliento,
devoto siervo de tu antiguo nombre
molde para tu oro, tierra para tus flores de cilicios.
Y así, mientras ahondas los muros de mi boca
con la lenta carroza de tu lengua,
saliva enajenada, plomo que me envenena la garganta,
y me unges con el óleo caliente de tu muerte,
con el bozal enamorado de tu sexo
ser el perro sumiso que defiende tu vida
.
(Hilario Barrero, "Cors e cor", 1999, 16)
La imagen autodenigratoria del amante-esclavo, estilizado en la posición de fidelidad irreflexiva de un animal doméstico, es el rasgo más notable y remecedor de los tres textos y el que establece una extraña consonancia diferida entre tonalidades anímicas tan diversas. La celebración jubilosa de un erotismo femenino sin barreras (incluido el masoquismo) en Agustini, la distanciada y poco benevolente parodia de sí misma en Pollarolo y los apasionados acentos de martirio amoroso y sexual en Barrero configuran un "coro posible" que a su vez invita a otros "coros posibles" tendiendo puentes más allá de la barrera de género. Podría decirse, parafraseando a Bajtín, que este hombre poeta, por ahora excepcional en su empeño, "se oye a sí mismo en el otro, con otras".

Tal vez estamos asistiendo al nacimiento de una nueva forma de lírica que, gracias a su afán por dejar atrás la monológica pretensión de universalidad de la "gran poesía", es capaz de enriquecer la línea melódica del canto solista con los "armónicos" de la otredad más silenciada: la del otro sexo...
Notas
1. Blanca Varela en el comienzo de uno de los poemas de su último libro, Concierto animal (1999, 29).
2. Copio aquí el texto completo, que acaba de ser publicado como primicia en la revista cultural Turia, 109-110:

DOS AUTORRETRATOS



Marina Tsvietáieva
Anduve enamorada del amor
Y no encontré el amor en parte alguna.

Todas las casas son ajenas para mí,
ajenos para mí todos los cuerpos.

Mi patria no es mi lengua,
ni tampoco la calle de mi infancia.

No me importa en qué lengua
han de desentenderme los lectores.

Ya estaba fuera de mi patria
cuando estaba en mi patria.

Como madera que arrastra la corriente
encallada quedé en cualquier parte.

Nada fue nunca mío,
ni siquiera lo que creí más mío.

Nací muerta. A un muerto
habéis golpeado hasta sangrar.

Tenéis sangre en las manos.
No es mi sangre, es la vuestra.

Ya estaba sola cuando no estaba sola.
Ya estaba muerta cuando estaba con vida.


Anna Ajmátova
Mi vida ha transcurrido en algún sitio
del que yo estaba ausente.
¡Cuántas veces se levantó el telón
y la escena vacía
en vano ha esperado por mí!
¡Cuántas veces
tendió el amor los brazos
hacia mi cuerpo trémulo
y abrazó solo arena,
una mujer sin nombre,
mientras yo sonreía en otra parte!
A mis mejores amigos
los perdí en algún recodo del camino
antes de haberlos encontrado.
Conozco palmo a palmo una ciudad
y nunca he estado en ella.
Me han conmovido hasta las lágrimas
mares que nunca he visto,
versos que nunca he escrito,
un rostro en el espejo,
que era el rostro de mi madre
y el de la hija que no tuve
y el de una desconocida
que me miraba con extraño amor,
pero nunca era el mío.
Alguien que se llevó mis risas,
me ha dejado sus lágrimas.
¿De quién son estas lágrimas,
de quién este dolor
que me traspasa un pecho que no es mío?
Me han robado mi vida,
no lloréis en mi tumba. En ella yace,
bajo mi nombre, una desconocida.


3. La exposición más detallada se encuentra en el segundo capítulo de mi libro Voces sexuadas. Género y poesía en Hispanoamérica (Reisz 1996, 27-39).


Referencias
Agustini, Delmira, (1993): Poesías completas. Edición de Magdalena García Pinto. Madrid: Cátedra.
Bajtín, Mijaíl .M. (1982): Estética de la creación verbal. Trad. de Tatiana Buvnova. México: Siglo XXI.
Barrero, Hilario (1999): In tempore belli. Madrid: Verbum.
García Martín, José Luis (1999): "Dos autorretratos". En: Turia. Revista cultural. Número 50, octubre de 1999, 109-110. (Teruel).
Pollarolo, Giovanna (1997): La ceremonia del adiós. Lima: Peisa.
Reisz, Susana (1996) : Voces sexuadas. Género y poesía en Hispanoamérica. Lérida: Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos.
----------------------- (1986) : Teoría literaria. Una propuesta. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
Varela, Blanca (1999): Concierto animal. Valencia: Pre-Textos.




Encaje de urgencia



      



250720.- Son las doce en el barrio de una mañana nublada de verano: de una iglesia cercana se oye el enredado sonido de  una campana, una fachada incendiada por una sombra que chisporrotea y pinta un raro encaje de urgencia en la piel de la casa que tiene los visillos del mirador recogidos desde donde se ve pasar los días.
      La calle está vacía, nos envuelve el miedo, tapadas nuestras bocas, respirando como si el aire fuera de algodón, el árbol es libre, alto y frondoso, dueño del espacio, un toldo remendado de ocres, exacta verticalidad del mediodía. Pasamos delante de la casa una vez más,  repasamos la escena, vemos o imaginamos dos sombras sentadas en el mirador. La lumbre otoñal de la fachada será carbón nevado y nosotros seguiremos pasando, de camino a casa, después de haber hablado de gente que quisimos, de haber recordado fechas y rostros, perfumes y heridas y de haber rozado furtivamente tu mano como la primera vez en aquel julio del 71. 
      Mientras el sol clave alfileres de sombra en la fachada y tú los veas seguiremos rozándonos hasta que la noche oxide la última caricia y alguien cierre los visillos de nuestras miradas.

Sunday, July 5, 2020

UN NUDO EN LA GARGANTA: LA POESÍA DE PABLO NÚÑEZ.







Tus pasos en la niebla
Pablo Núñez
Renacimiento, Sevilla, 2020.

          Todo poema debería ser una continuación de la manera de ser del poeta, una biografía sin tiempo ni espacio, solo los recuerdos, las sensaciones, la historia sentimental y urbana.

           Leyendo los poemas de “Tus pasos en la niebla” uno siente un nudo en la garganta, que decía Frost. Los poemas de Pablo Núñez (1980) no solo nos hacen sentir un nudo en la garganta y en el corazón, sino también una sensación de calma, una satisfacción interior y saber que el mundo está bien hecho. Poesía clara, sobria, de títulos cotidianos, como en cierto modo es el del libro, que tal vez nos está señalando los pasos que da el poeta en la vida.

          Poemas cotidianos, armados con la cal del entendimiento y la arena de la emoción, historias de viajes, de fechas y recuerdos, de “confidencias” y, sobre todo, de una poesía responsable que refleja la personalidad moral, ética y humana del poeta.

          El libro, editado por Renacimiento, está dividido en tres partes y se cierra con “una nota del autor” en la que el poeta anota fechas y datos, lugares, recuerdos y, sobre todo, agradece a los amigos que le ayudaron “con sus lecturas, consejos y complicidad” a que el libro fuera posible.

          El libro finaliza con una traducción de un poema de C.S. Lewis, “Lo que el pájaro dijo al comenzar el año”, que uno pensaría podría ser una poética de Pablo Núñez. Al leer el poema uno repara en estos dos versos: “Este año, este año, como todas estas flores predicen / escaparemos del círculo y romperemos el hechizo” y siente un metálico nudo en la garganta: este año, este año, seguimos dentro del circulo, pero tenemos la suerte de que “Tus pasos en la niebla” nos han roto el hechizo y contamos con un libro de poemas a tener muy en cuenta.

          A primera vista la poesía de Pablo Núñez nos puede parecer acogedora y sentir que nos abraza y nos ampara. Pero deberíamos estar en guardia y no dejarnos persuadir de los “buenos modos” del poeta, de su aparente “cordialidad”. En esa cordialidad encontraremos claves, dudas, incógnitas, y una honda melancolía. Y también una poesía mística, íntima, tocada de una luz interior que conecta con la poesía “religiosa” en un sentido amplio del término. El poema “Cathedral of St. John the Divine”, uno de los mejores del libro, es un claro ejemplo de lo que decimos.

… Aún no sabe qué espera del mañana,
en qué tierras luchar por qué sentido.
Su no saber es paz mientras contempla
el ábside, la altura esplendorosa,
los versos en The America Poets´Corner.
Acontece la vida cuando cambia
ella misma, sin dudas tu destino.

          Al acabar de leer el libro uno recuerda las palabras de Frost: “Un poema completo es aquel donde la emoción ha encontrado su idea y la idea ha encontrado las palabras”.A complete poem is one where the emotion has found its thought and the thought has found the words.

          “Tus pasos en la niebla” es un libro que no puede ni debe leerse de una vez: hay que saborear los poemas poco a poco, como se hace con un buen vino o con un buen amor. Uno quiere, aparte de dar noticia de la publicación de este libro, recomendar su lectura a los amantes de la buena poesía. Que entren en la niebla luminosa de la poesía de Pablo Núñez y caminen sin prisa.    













     
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Monday, June 29, 2020

Vidas paralelas






Tenerte es fácil, mantener encendida la casa fue lo difícil.

Despertar a tu lado fue la norma, dormir lejos de ti lo complicado.

Contar los años me enseñó a sumar, añadir hoy un día más es aprender a restar.

Al sentir el arañazo de tus ojos quedé deslumbrado, lo que esta noche me ciega es el navajazo de la vida que pasa.

Buscarte en las tinieblas no fue difícil, lo difícil ahora es saber cuándo amanece.

Siempre quisimos ser uno, confundidas nuestras voces y latidos.

El aliento vital nos dice que siempre seremos dos.

Thursday, June 25, 2020

Los dos amores.

               

AMOR (I) G. HERBERT

Amor inmortal, autor de este gran orden,
nacido de esa belleza que nunca puede desvanecerse,
¡cómo ha dividido el hombre Tu glorioso nombre
y lo ha arrojado a ese polvo que Tú mismo has creado,
mientras que el amor mortal gana todo el mérito!
y, asociándose con la mentira, ambos
controlan todo el poder, dueños del sentimiento y de la razón,
(obra Tuya) y no Te dan Tu parte en ninguno.
Al ingenio le atrae la belleza, la belleza eleva al ingenio;
el mundo es de ellos, los dos interpretan el juego,
Tú Te mantienes a la espera, y aunque Tu glorioso nombre
labró nuestra salvación del infernal abismo,
¿quién canta Tus alabanzas? Solo un pañuelo o un guante
calienta nuestras manos y las hace escribir sobre el amor.



    Love (I) G. Herbert
   Immortal Love, author of this great frame,
Sprung from that beauty which can never fade,
How hath man parcel'd out Thy glorious name,
And thrown it on that dust which Thou hast made,
While mortal love doth all the title gain!
Which siding with Invention, they together
Bear all the sway, possessing heart and brain,
(Thy workmanship) and give Thee share in neither.
Wit fancies beauty, beauty raiseth wit;
The world is theirs, they two play out the game,
Thou standing by: and though Thy glorious name
Wrought our deliverance from th' infernal pit,
Who sings Thy praise? Only a scarf or glove
Doth warm our hands, and make them write of love.
 
       Una cosa lleva a la otra, o como dice el soneto de Herbert: "Al ingenio le atrae la belleza, la belleza eleva al ingenio". Después de la experiencia del poema de Marvel nos hemos internado en el difícil bosque de la oscura y barroca poesía metafísica inglesa del siglo XVII. Si el poema de Marvel intentaba definir el amor, este del clérigo G. Herbert, intenta dejar claro (dentro de lo que cabe) las diferencias entre el amor inmortal y el amor mortal. Un hermoso soneto, revestido de una cierta religiosidad, que es como una oración al Creador.
       Gracias a los que han participado comentando las traducciones del poema de Marvel por Cernuda y HB. 
      El amigo Muñoz, seguidor de este blog, me llamó por teléfono y estuvimos hablando del poema y de la poesía metafísica. Me alegró el día (y la espalda) con sus ideas, sugerencias, datos, ediciones y el apunte de la presencia de una cosmogonía en algunos poemas.  También su entusiasmo de volver de nuevo a leer y a estudiar al grupo de metafísicos, y de hacer un especie de seminario, publicando los poemas traducidos y las conclusiones en un futuro Cuaderno de Humo. Si la peste lo permite. 
       Ahora solo necesitamos un pañuelo o un guante que caliente nuestras manos y poder escribir sobre el amor. El que nos mantiene vivos. 
      

Sunday, June 21, 2020

Dos miradas.




210620.- Ya he comentado el misterio que tienen algunos poemas que te llaman, te llevan consigo y ya habitas en su casa. Cada día suelo hojear un libro de poemas en inglés e ir buscando poco a poco material para el tercer tomo de Poesía bilingüe que completaría unos de mis sueños. A veces me voy a la cama sin ninguna presa y siento que ha sido un día perdido. Otras veces aparece un poema que me guiña un ojo, me da un toque de atención y después de una segunda lectura me lo llevo a la cama.

         El otro día leyendo una antología de poetas ingleses me volví a encontrar con Marvell y su poema “The Definition of Love”. De entrada me trajo el recuerdo de Aldana y de alguien más que no lograba recordar. Durante varios días estuve recogiendo información sobre Marvell y el poema me pareció un texto amoroso con algo que le hacía distinto y que encerraba algún misterio que no llegaba a adivinar. Cuando había recogido suficiente información empecé a traducirlo. En ocasiones hay poemas que se resisten, poemas rebeldes que se niegan a entregarse del todo. Este fue uno de ellos.

         Esta mañana me llamó José Muñoz Millanes para decirme que había leído la traducción en mi blog y comentarme la que también había hecho Cernuda, en 1955, publicada bajo el título “Tres poemas ingleses”. Su comentario me desveló el presentimiento de que el poema me recordaba a alguien. Nada más terminar la llamada me acerqué a las Prosa completa del poeta sevillano a leer su traducción que encuentro encorsetada y oscura, tanto o más difícil de entender que el poema original. Uno tiene la sensación de que le faltase aire para respirar, que el poema está en una cárcel de versos eneasílabos, de uso poco frecuente en español. 

         La información que da del poeta y del poema, que fue escrita en 1945, es escasa y subjetiva y se va un poco por las ramas citando a Lucrecio, Dante y Donne del que dice, según dos de sus biógrafos que hablaba español. El comienzo de la nota informativa, modestia aparte, dice así: “Me figuro haber sido el primero en citar el nombre de Marvell a lectores de lengua española, y como debe ser poco conocido entre nosotros probablemente, no estará de más alguna información sobre su poesía y particularmente sobre el poema de él que he traducido”. Genio y figura.

         Adjunto ambas traducciones por si algún curioso lector quiere cotejarlas y dar su opinión. Gracias.




Tuesday, June 16, 2020

Setenta años. Alrededores de JLGM.

Un fragmento del prólogo de “Alrededores de José Luis García Martín”, el libro homenaje que ya está a la venta. Feliz cumpleaños.
                                                             DESDE BROOKLYN         
                                                          Hilario Barrero

         “ALGO que no se nombra / con la palabra azar / rige estas cosas», escribió Borges. Y ciertamente no se debe a un mero azar que el primer homenaje que sus amigos escritores le dedican a José Luis García Martín —el primero en libro, antes el diario Hoy y El Correo de Andalucía le dedicaron sendos suplementos literarios y Cuadernos de humo un número especial— tenga lugar en Nueva York, la ciudad a la que siempre vuelve y en la que le habría gustado vivir. De alguna manera, José Luis García Martín siempre ha sido un neoyorquino en el exilio dorado de su Oviedo y de su Avilés.
Durante un tiempo, para él Nueva York fue solo Manhattan. Si se aventuraba un paso más allá, se sentía perdido. Ahora Brooklyn es para él el verdadero corazón de la ciudad. Su primer encuentro con Brooklyn, va a hacer ahora veinte años, tuvo lugar tras una larga caminata. Lo sé, porque hice de guía, como en tantas otras ocasiones y con tantos otros escritores españoles. Yo en aquella época me preparaba para competir en un nuevo maratón y no me daba cuenta de que algunos de los del grupo de tertulianos que acompañaban a García Martín no estaban preparados para tales hazañas. Hace unos días, Silvia Ugidos, que vino junto a Martín López Vega, Xuan Bello, Javier Almuzara y Marcos Tramón, en su respuesta a la carta en la que le solicitaba colaboración para este volumen, me decía: «En tiempos en que es difícil estirar las piernas, anima recordar el brío maratoniano con que amablemente nos enseñó su barrio en Nueva York». Después de ese viaje, que tuvo lugar inmediatamente antes de la catástrofe de septiembre de 2001, se publicó un espléndido volumen, Líneas urbanas, donde los del grupo y algunos invitados contábamos nuestras experiencias de aquellos días.
         Fue una larga y agotadora jornada. Salimos del hotel en que se alojaban, el decadente y literario Pennsilvania (Julio Camba le dedica un capítulo en La ciudad automática), cruzamos el Puente de Brooklyn y por Montague Street llegamos hasta el Promenade, desde donde contemplamos un perfil único de Manhattan, hicimos parada en Teresa’s, el restaurante polaco que ha quedado inmortalizado en diarios y en crónicas (acaba de cerrar sus puertas definiti- vamente), llegamos hasta Sahadi’s, la tienda árabe que olía a canela y a dátiles, a perfumes dormidos y a almendras recién tostadas. Recorrimos luego Atlantic Avenue y nos hicimos una fotografía a la puerta de un club destartalado y oscuro con una frase en la fachada que decía: «Where the friends meet». Una imagen con jóvenes llenos de vida, aunque cansados. Alcanzamos Flatbush Avenue, anduvimos un kilómetro más y llegamos a casa, donde nos esperaba una cerveza helada. Un maratón que nunca olvidarían.
         Con los años, García Martín volvió muchas veces a Manhattan y en una ocasión se hospedó en mi barrio. En esos días, fue cuando de verdad descubrió Brooklyn. Aún ahora, después de tres años de su última visita, recuerda con precisión calles, esquinas, rostros, arcos, fachadas, monumentos. Desde Oviedo, con solo cerrar los ojos, puede recorrer la barriada como un residente.
         El primer día de su última visita salimos al parque. Cruzamos la fuente de Wisdom y Fortitude, el arco triunfal dedicado «a los defensores de la Unión, 1861-1865» y la gran plaza, que dan a esta zona un aire parisino. Al llegar a la entrada de Prospect Park vi cómo García Martín sacaba el móvil y enfocaba a otro arco que al final del túnel enmarcaba la enorme pradera. Por el contraste es una imagen que se queda pegada a la retina de la memoria. En la pradera, la luz nos deslumbró y anduvimos por caminos de sombra rumorosa, caminos pocos transitados, ardillas que como relámpagos aparecían y se escondían, árboles centenarios y al final del camino un edificio construido por Guastavi- no, el arquitecto valenciano que trabajó durante algunos años en Nueva York construyendo iglesias, embelleciendo estaciones de metro, bóvedas en Gran Central, mansiones y centros culturales y recreativos. Al salir yo sabía que, en su agenda sentimental, García Martín había anotado en su cuaderno un nuevo nombre: Prospect Park.
         A la salida del parque, está la Biblioteca Pública, un edificio de hermosa geometría racionalista. La fachada tiene una monumental puerta de cristales con doradas imágenes de libros famosos de la literatura americana. Al salir, vi cómo hacía una fotografía de esa puerta a contraluz, que luego serviría de portada a Una música, un rumor y un símbolo, una de las entregas Poesía en Valdediós, la colección poética que recuerda las lecturas junto al famoso Monasterio y que García Martín dirige desde hace años.
         Zigzagueando calles afluentes de Flatbush Avenue llegamos a la Séptima Avenida. Allí tomamos un café en el Starbucks, un lugar espacioso y luminoso donde el poeta se encuentra como pez en el agua. Hay residentes y viajeros de paso, gente que observa, gente absorta en sus ordenadores, gente que anota algo en un cuaderno, quizá un poema, que recuerda o que olvida.
         Un día en que García Martín se aventuró en solitario por el barrio se encontró con el Captain America, uno de los héroes de la Marvel (su favorito es Iron Man, el hedonista mecenas Tony Starck). Apuntó la inscripción que figura en la base de la estatua: «I’m just a kid from Brooklyn».
         También García Martín es de algún modo, un chico de Brooklyn, un neoyorquino más y por eso me atrevo a suponer que este homenaje a sus setenta años de dedicación a la literatura (estoy seguro de que en la cuna, antes de aprender a hablar, ya devoraba libros) le hará doble ilusión por venir de dónde viene.

Friday, June 12, 2020

El imposible amor: la esponja y las paralelas







DOS POEMAS METAFÍSICOS.

Dos miradas del imposible amor: la imposible esponja y el dulce amado centro y los verdaderos paralelos que aunque infinitos nunca llegan a juntarse

FRANCISCO DE ALDANA  (1537-1578)
 [XVIII]
"¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
en la lucha de amor juntos, trabados,
con lenguas, brazos, pies y encadenados
cual vid entre el jazmín se va enredando,

y que el vital aliento ambos tomando
en nuestros labios, de chupar cansados,
en medio a tanto bien somos forzados
llorar y sospirar de cuando en cuando?"

"Amor, mi Filis bella, que allá dentro
nuestras almas juntó, quiere en su fragua
los cuerpos ajuntar también, tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua,
pasar del alma al dulce amado centro,
llora el velo mortal su avara suerte."













DEFINICIÓN DEL AMOR
Andrew Marvell  (1621-‎1678)


Mi amor es de tan singular cuna
como corresponde a algo extraño y sublime;
fue engendrado por la desesperación
en la entraña de lo imposible.

Solamente la magnánima desesperación
podría mostrarme algo tan divino
donde la débil esperanza nunca habría podido volar,
sino vanamente batir sus alas de oropel.

Y sin embargo podría haber llegado
a donde mi alma se proponía,
pero el destino me separaba de ello
con pesadas barras de hierro.

El hado ve con ojos celosos
dos amores perfectos y no permite que se unan;
su unión sería su ruina
y destrucción de su tiránico poder.

Y por lo tanto sus decretos inflexibles
nos han situado tan distantes como los polos,
(aunque todo el mundo del amor gire a nuestro alrededor)
y no podamos abrazarnos;

A menos que el vertiginoso cielo se derrumbe,
y la tierra sufra un nuevo seísmo;
y el mundo entero sea amontonado en un planisferio
para unirnos a nosotros.

Como las líneas, los amores oblicuos
pueden cruzarse en cualquier ángulo;
pero los nuestros, tan verdaderamente paralelos,
aunque infinitos, nunca podrán unirse.

Así pues, el amor que nos ata,
pero la suerte tan envidiosamente nos prohíbe,
en la conjunción de las mentes
y la oposición de las estrellas.



THE DEFINITION OF LOVE.

My love is of a birth as rare
As ’tis for object strange and high;
It was begotten by Despair
Upon Impossibility.

Magnanimous Despair alone
Could show me so divine a thing
Where feeble Hope could ne’er have flown,
But vainly flapp’d its tinsel wing.

And yet I quickly might arrive
Where my extended soul is fixt,
But Fate does iron wedges drive,
And always crowds itself betwixt.

For Fate with jealous eye does see
Two perfect loves, nor lets them close;
Their union would her ruin be,
And her tyrannic pow’r depose.

And therefore her decrees of steel
Us as the distant poles have plac’d,
(Though love’s whole world on us doth wheel)
Not by themselves to be embrac’d;

Unless the giddy heaven fall,
And earth some new convulsion tear;
And, us to join, the world should all
Be cramp’d into a planisphere.

As lines, so loves oblique may well
Themselves in every angle greet;
But ours so truly parallel,
Though infinite, can never meet.

Therefore the love which us doth bind,
But Fate so enviously debars,
Is the conjunction of the mind,
And opposition of the stars.