SUICIDIO EN LAS TRINCHERAS
Conocí a un inocente niño soldado
que sonreía abiertamente a la vida con un gozo vacío,
dormía como un tronco en la oscuridad solitaria
y silbaba de madrugada con la golondrina.
En trincheras invernales, encogido y melancólico,
con explosiones y piojos y falta de ron,
se disparó una bala a través de la sien.
Nadie habló de él de nuevo.
Vosotros, muchedumbre de rostros de entusiasta mirada,
que vitoreáis a los soldados jóvenes que desfilan,
escondeos en casa y rezad, pues nunca sabréis
a qué infierno se fueron la juventud y la sonrisa.
Magnífico, Hilario. Siempre me han dado angustia los desfiles, incluso el que, absurdamente llaman "el de la victoria".
ReplyDeleteMuchas gracias, José. El peor desfile es de la muerte. Un abrazo.
ReplyDelete