Saturday, September 26, 2015

Correo de España: Cuando enero fue pasto de las llamas.



    


Llegaron en abril, en plena primavera y me han acompañado, cercanos en mi mesa de trabajo, los largos días del verano, en los que añorábamos el mar, la luz y la gente de Gijón. Gracias a ellos, a los que he vuelto a menudo, la añoranza de mi ciudad adoptiva ha sido más llevadera. Un libro hecho y derecho, Cuando enero era pasto de las llamas (Ediciones La cruz de Grado) y Los poemas del ciclo de las dunas (un cuaderno artesano, firmado y numerado por el poeta –este es el número 9- compuesto de 18 poemas) de Juan Ignacio González. 

          De título largo y contradictorio, un oxímoron de frío y fuego, de sombra y luz, el libro es el sexto en la biografía poética del autor y está compuesto por cincuenta y siete poemas con dos paréntesis de homenaje a José Emilio Pacheco y a mi querido amigo Margarit. Posiblemente sea, digámoslo de entrada, el titulado “Apuntes para un breviario de la infancia” uno de nuestros favoritos ya que, aparte del guiño que hace al poeta catalán, nos muestra el mundo en el que Nacho González se mueve y del que se nutre parte de su poesía. Una poesía que viene de la tierra, nutrida de rostros, miradas de los padres, muertes, dolores y fracasos, una poesía vivida (algunos dirían “currada”), apasionada, que crece con pasión del corazón y nos quema como la nieve que arde. La última estrofa del poema nos aclara muchas claves y nos ratifica el mundo del poeta.

Al final del otoño vuelvo al Rayas
no sé si es un remedio a la nostalgia
-el olor del papel me resulta entrañable-
pero sé que es posible reencontrar en sus páginas
las huellas de mi padre,
de cuando me leía, serenamente a Lorca
en noches de aguaceros.

          El poeta sabe que se canta lo que se pierde y uno está perdiendo la vida a cada minuto, sabe también que “la poesía es hoy / la última casa de misericordia” en donde tienen refugio y asilo los recuerdos, “la piel de la vida”, las arrugas del alma. 

Flores para mi madre

Como quien abre un día las manos y no encuentra
otros dedos desnudos yacentes en los suyos,
así mi corazón se acostumbró al silencio.,
al tañer de la nada frente al tiempo.

Desde entonces vivió con media vida,
creció con media muerte sobre el pecho
y sin ti fue más triste y más amargo
aquel paisaje astroso de asfaltos y neblinas.

        Cuando enero fue pasto de las llamas es un libro que rezuma nostalgia, la melancolía del vivir en el norte por un costado, y por otro la dolorosa presencia de la vida, a veces injusta que atropella y se lleva la esperanza y la alegría de vivirla. Un libro con un perfume de manzana a punto de madurar en el oscuro lagar de la tristeza.


Thursday, September 24, 2015

Correo de España. La frontera de lo perecedero. Álvarez conversa con Rodríguez.



                    



                                             

                                                Il ne faut pas toucheraux idoles: la dorure en reste aux mains.  
                                                                                                                                                                                                                Gustave Flaubert

                                                              las torres que desprecio al aire fueron
                                                               a su gran pesadumbre se rindieron.

                                                                                                            Rodrigo Caro


He recibido Exiliado en el arte y La pasión de la libertad (Editorial Renacimiento); dos preciosos volúmenes de conversaciones con el poeta José María Álvarez coordinados por otro poeta, Alfredo Rodríguez. Se puede o no estar totalmente de acuerdo con el método conversacional, a veces caótico, a veces reiterativo, a veces apasionado, siempre de veneración hacia el autor de “Desolada grandeza”, pero uno tiene que decir, enseguida, que admira y valora más la inteligencia y preparación que despliega Rodríguez, la hondura de las preguntas, los bellísimos subtítulos que dividen los libros, las cientos de oportunidades que le da al maestro para que se luzca, que muchas de las respuestas indigestas, cargantes, a veces irritantes del poeta de Cartagena.
Para los seguidores del poeta cartagenero estos volúmenes son dos “biblias” para conocer y apreciar la sabiduría y los vastos conocimientos del maestro. Un libro con respuestas como estas: “… Todo artista de verdad –y eso sí creo serlo- se siente fracasado ante lo que sueña, ve su obra como un fracaso en comparación con lo que había querido lograr o alcanzar sin darse cuenta. Aceptar es lo único honorable…”. El maestro piensa no ser de este mundo  y cuando Rodríguez con ese bendito ardor y ceguera de fanático, le comenta: “Otro verso suyo de riesgo, de esos que le hacen a uno levantarse del asiento: “no hay dos coños iguales”…  Álvarez, no le deja terminar y le responde: “No hay dos iguales, sin duda; incluso el mismo varía con el tiempo. Y no me refiero solo al aspecto digamos exterior. La textura, la temperatura, el aroma, la suavidad del pelo, me refiero a coños de verdad, no esa patraña plastificada de hoy, con la depilación que yo odio: incluso diría la sensación de su acogimiento”. Preciosa  respuesta de un poeta que no es de este mundo. Tanto Álvarez como su buen amigo Vargas Llosa piensan lo mismo en un tema que ambos (ahora parece que el segundo es el ganador) parecen dominar: que sin erotismo no  hay literatura. No todos van a ser “Antonios Colinas” que ensalzan y alaban a Álvarez en un artículo que aparece en el primer volumen y termina así: “Es el fulgor –habla de Museo de cera- del ayer salvado, el poema que arriesga y que enriquece al que lo lee”. El poeta tiene sus detractores, algunos de armas tomar. Y se pasan. Hay un enemigo trastornado que se dedica a boicotear y a insultar las intervenciones del poeta. Una cosa es dialogar y razonar uno sus preferencias y otra es la violencia y la intimidación. “Yo creo que su odio hacia mí –dice refiriéndose a uno de sus enemigos- tiene algo de enfermedad”. A España, la ve mal. Rajoy es tan malo como Zapatero Y hablando de odios y de enfermedades, Álvarez, como era de esperar, lo deja claro: “Creo que ser español es una desgracia”.
Uno que, a pesar de todo, se ha leído los dos volúmenes, que tiene la primera edición de Museo de cera (el libro preferido de poetas jóvenes que imitan y veneran), uno que conoció al maestro, por medio de un amigo, cuando los dos vivían en Cartagena, que admira sus gustos musicales (sobre todo su pasión por los cuartetos o el “Winterreise” de Schubert y la ópera), que le agradece haberle dado a conocer a Cavafis, uno que ha entrado a las páginas de estos gruesos y generosos volúmenes con la navaja afilada, que ha subrayado respuestas contradictorias, a veces  irritantes, debe decir dos cosas: 

A) Que el volumen lo ha ayudado a conocer mejor al poeta y que ha vuelto a su poesía gracias a las generosas muestras que salpican los dos volúmenes, lo que uno agradece a Alfredo Rodríguez. Y al Maestro.

B) Si el tiempo no borra la obra de Álvarez (torres más altas han caído) estos dos volúmenes serán (y  ya lo son para algunos) fundamentales y de obligada consulta para futuros investigadores. Una labor minuciosa y bien hecha de un entusiasta, apasionado, fogoso discípulo --él mismo un excelente poeta--, que uno celebra y recomienda a tirios y troyanos, sobre todo a los que son de este mundo, porque en el fondo es una obra de amor y conocimiento hacia el Maestro.

Sunday, September 13, 2015

Correo de España: La palabra en vilo de Muñoz Millanes



Conocemos a Pepe, el amigo con el que nos une un tiempo pasado vivido en distintas localidades geográficas, pero que al revivirlo ahora hace que coincidamos en voces, afinidades, frases, y nos sirve de referencias nostálgicas, culturales y afectivas. Conocemos al amante que comparte su tiempo dichoso y feliz.  Conocemos al “amigo Muñoz”, personaje en los Diarios, portador de preseas cuando vuelve de las largas vacaciones de verano en España, enlace con el mundo editorial, comentarista de novedades de libros, películas, óperas, conciertos. Conocemos al profesor Muñoz Millanes, el pensador, el erudito, el “sabio”, el hombre renacentista del que aprendemos cada día. Y conocemos a José Muñoz Millanes, el escritor, el traductor, el ensayista que en este año acaba de ver publicados tres trabajos suyos. Recordamos su obra publicada el año pasado,  La ciudad de los pasos perdidos, un espléndido y minucioso recorrido por el París menos conocido, el preferido por Azorín y Baroja durante el tiempo que vivieron allí exiliados. 



El más importante de los tres últimos libros es La palabra en vilo. Ensayos sobre el poeta enjuiciado, publicado por Editora Regional de Extremadura en la “Colección perspectivas”.  El volumen está compuesto de tres extensos ensayos titulados “Una carta de Lord Chandos, de Hofmannsthal: la elocuencia del mudo”, El poeta y sus fantasmas: una lectura de Nostalgia de la Muertede X. Villaurrutia” y “Veinte aproximaciones a la poesía de Alberto Girri”. 
Los tres ensayos tratan de textos inspirados “por la suspensión del lenguaje. Una suspensión que, paradójicamente, impulsa a escribir, ya que es dramática, conflictiva: está cargada de tensiones entre el autor y la realidad que pretende expresar”.  Libro de altos vuelos, minucioso, detallista, escrupulosamente escrito es la obra de un erudito que no presume de ello. 



La Venecia de Ramón Gaya, editado por el Museo Gaya, es un libro breve, un ensayo meticuloso que trata de la impresión y huella que deja en el pintor la Serenísima. Está compuesto por un primer ensayo que da título al libro y un segundo, más general, titulado : “Ramón Gaya y las ciudades”.
“Hace dos o tres días que estoy aquí, en Venecia, y no he podido, no he sabido anotar nada en este diario que no lo es. Me encuentro, desde luego, demasiado alterado, excitado y como anonadado, medio vencido”.  El libro es mucho más que una mirada a la Venecia de Gaya, es también un estudio de su pintura, de su personalidad y de su estado de ánimo. Se refuerza y se enriquece el volumen con el pensamiento y las ideas de Walter Benjamin y María Zambrano, entre otros,  y con una valiosa bibliografía. El libro está finamente editado, con una ilustración de uno de los clásicos dibujos de Gaya (la copa “velazqueña” de cristal con unas hojas), del cual Muñoz Millanes tiene una copia iluminando una de las paredes de su apartamento neoyorquino. 



Posiblemente uno de los libros que mejor describen Berlín sea Paseos por Berlin, de Franz Hessel; “un libro –según Walter Benjamin- absolutamente épico”, una obra clásica e imprescindible. Traducido por Manolo Laguillo y editado por “errata naturae”, se enriquece con un extenso y luminoso ensayo, a manera de prólogo, de Muñoz Millanes. Walter Benjamin pone a Hessel en su sitio cuando dice de él: “Nadie ha comprendido tan profundamente la filosofía del flâneur  como Hessel. De hecho Hessel no describe sino que narra verdaderamente cada paseo. Más aún: cuenta lo que la ciudad le ha permitido escuchar”.

Tres obras imprescindibles para conocer mejor a tres escritores, a una ciudad y a un pintor.

Friday, September 11, 2015

Correo de España. Juan Manuel Macías un poeta visible.


                                       Lo importante no es que sean visibles los poetas. sino los     
                                                                 poemas. Y, luego, ya se irá viendo. 
                                                                                                  De Sucede en la voz de otros.
                             
         Es la pequeña odisea de dos libros viajeros que por fin han llegado a su destino. Por algo uno de ellos se titula Transito. De Cerdecilla, donde vive el autor, fueron a la caseta de Pre-textos en la Feria del libro de Madrid donde tenía yo que haberlos recogido. De allí pasaron a manos de un amigo que se los llevó a su casa y más tarde se los dio al “amigo Muñoz”, que estaba de vacaciones y que los guardó en su casa de Madrid. De la capital de España llegaron ayer, cuatro meses después, a Manhattan, al barrio donde vivió el enamorado Juan Ramón Jiménez y en la universidad donde estudió Lorca. Ahora están en Brooklyn, cerca de Prospect Park,  reposando del largo viaje. Es un regalo,que se agradece,  del filólogo, poeta y traductor Juan Manuel Macías.

Transito, un libro de poemas editado por DVD y Sucede en la voz de otros, en la Isla de Siltolá. La mayoría de los títulos de Transito le llevan a uno por un lado a un mundo primitivo, tradicional y ancestral  y por otro tienen sabor a tiempo cercano y familiar lo que imprimen el libro de una cierta nostalgia añoranza.  Pasado "clásico" y presente con un "futuro".
Títulos como : "Canícula", "Samba", "Alberca", "Pupitre", "Villancico""Surcos". Frente a este aspecto “popular”, nos encontramos con poemas de hondas raíces “intelectuales” y argumentos “clásicos”.  Tránsito está engarzado en una profusión de atrevidas metáforas. Uno siente a lo largo del libro una fuerte energía, el rumor de una corriente salpicada de vitalismo, un poderoso control del ritmo y un mundo propio y personal. 

Que sirva de ejemplo este poema.

CADENCIA

Vinieron los desiertos
gritando
para besar el filo de los párpados.

Pudiera ser la sangre
una partitura en blanco.
Y el corazón vagaba por sus márgenes
arrancándose las tardes una a una.

O tal vez la esperanza
un tardío paso de baile
desarbolado sobre el calendario.

Pudiera ser el miedo
la habitación de un hotel
momentos antes de mudar de ángel.

Era tanta la cólera o el llanto
que todas las agujas solidarias
marchaban como un sueño
a clavarse en los ojos del piano.




       
          Sucede en la voz de otros, (La isla de Siltolá), lleva como subtítulos “Apuntes mundanos de poesía” y son textos breves y hondos, a caballo entre el ensayo (lo que les hace ser menos “mundanos”), la narración, el aforismo y el poema en prosa. Textos con sabor a Grecia, con aromas helenos, textos irónicos, descriptivos, rabiosamente actuales, con la presencia de Facebook.  "Columpio" es uno de mis  textos favoritos:
  
Como en el poema de Arquíloco de Paros, hay un péndulo que oscila sin parar entre la alegría extrema y la pena más desconsolada, tan fugaces ambas, tan esquemáticas y tan ficticias. Ahora estoy aquí, ahora estoy allí. Hay un péndulo que se parece también a un columpio en una tarde aburrida de verano en la niñez. Sus viejos metales siguen sonando, rítmicos, como una vieja ley humana. A ese pulso podemos llamarlo melancolía.

         Dos libros viajeros que, después de dormir un verano en la sombra,  han llegado, casi en tiempo de otoño,  a Brooklyn a traernos una tormenta de luz.