UNA HISTORIA VIVA DE TOLEDO
Fernando Martínez Gil
Una historia de Toledo
El perro malo, Toledo 2017
Es una editorial con nombre de can malvado que publica libros casi olvidados. “El perro malo” es una compañía que prepara libros con mucho amor, respeto, dignidad y entusiasmo, lo que uno se apresura a agradecer. Ha rescatado o refrescado nombres como Galdós y Ángel Guerra, Urabayen y Don Amor volvió a Toledo, las Rimas de Bécquer o Una historia de Toledo, de Fernando Martínez Gil. El entusiasmo de este renacimiento cultural se lo debemos a Francisco Carvajal Gómez, un mecenas enamorado de Toledo, generoso con la historia de la ciudad, un editor que sabe amenizar las ediciones con imágenes poco conocidas o inéditas y publicar libros que son un referente de la historia toledana. Las portadas de los libros, ya clásicas, de un morado “republicano”, hacen a la colección un punto de evidencia estética.
Una historia de Toledo es un trabajo admirable, necesario y de primer orden. Un libro preciso y precioso que uno recomienda a todos los que aman a la Ciudad Imperial, sean o no toledanos; no olvidemos que Toledo ocupa un lugar importante en la historia de España. Una historia de Toledo se lee como una novela, aunque tiene un rigor académico, es un trabajo documentado, tenaz, con una abundante bibliografía e ilustrado con extraordinarias imágenes. El profesor Fernando Martínez Gil, que aparte de historiador es también escritor con premios literarios, nos ofrece una historia amena, con una mirada y unos parámetros modernos que nos incita y anima a querer conocer y amar más la ciudad. La historia de la ciudad trimilenaria y de sus habitantes es un texto que abarca desde “Toletum” a “Patrimonio de la humanidad”. El libro nos ofrece otra historia, en este caso gráfica: un excelente álbum de poderosas imágenes, algunas poco conocidas con elocuentes comentarios, que refuerzan la parte escrita.
Enriqueciendo el volumen leemos un espléndido y lucido prólogo de Juan Sánchez, toledano de pro, bibliotecario ilustre, académico, poeta (y, desde que se jubiló, terror municipal) en el que agradece al historiador “por hacer una historia para los ciudadanos sin historia, para todos, para quienes cada día caminamos por una ciudad que nos asombra y a la que deseamos contribuir de forma activa”.
Decía Cervantes que “La Historia es la émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”, todo esto y más lo encontramos en esta historia que enriquece el fondo editorial con un libro necesario, que fija fechas, pule el pasado, se aventura en el pasado presente y nos pone en guardia del futuro.
Hay dos aspectos del autor que a uno le han interesado de manera particular: el cultural y el ideológico. En éste último uno piensa que los capítulos 20 y 21 pueden ser discutibles. Los hechos que narra, posiblemente por su cercanía y falta de perspectiva, se inclinan, incluso gráficamente, de una manera obvia a un lado de la historia, para bien o para mal. El tiempo será quien juzgue. En el literario y artístico, uno elogia y admira la fuerte presencia del legado cultural toledano que forma parte del libro, como si fuera uno de los personajes fundamentales de la historia. Una gloriosa nómina de escritores, artistas, pensadores, periodistas, que han hablado de Toledo y la han convertido en monumento universal.
Una historia de Toledo es espejo donde al mirarnos vemos reflejado nuestro pasado y nuestro futuro. Un brillante y sólido eslabón más de la cadena de la historia de la Ciudad Imperial que nos hace sentir orgullosos y libres.