Thursday, January 24, 2019



                      LA LUZ SOBRE LOS TOLDOS: DON DE LA NOCHE, DE SUSANA BENET.

Don de la noche
Susana Benet
Pre-textos, Valencia, 2018.

         Don de la noche comienza en una mañana “en luz apaciguada” (que a uno le recuerda a Juan de la Cruz) y acaba con “Los que huyen de la noche / no entienden su misterio”, hay que empezar a leerlo de día y acabarlo de noche, o no acabarlo, dejar que su magia quede a tu alrededor protegiéndote y acompañándote. Como esta poética, escrita en dos haikus

POEMA

    Aunque quería
no podía escribir
ese poema.

Pero al mirar
en mi balcón la rosa,
estaba escrito.

         Hay que saborearlo despacio y con la mirada atenta; no siempre se encuentra uno con un libro de esta categoría. Hay que acariciar sus palabras, su música, su ritmo, su mundo metafórico, sus imágenes, sus reflexiones, su aparente minimalismo, su magia, eso que el libro tiene que no se puede explicar. Que se llene tu alma de ese silencio nocturno que fluye a lo largo del libro, que te dejes envolver por la luminosidad, el resplandor, la maestría de este libro.

EMBRIAGUEZ

Bebiendo su silencio
me emborraché de noche.

¡Qué resaca de sombras
arrastré todo el día!

         Sí, Susana Benet es conocida como una poeta que escribe haikus únicos, una pintora que pone marcos a algunos de su poemas con esas excelentes acuarelas de árboles, flores y ramas, pero es también una mujer que tiene la suerte de poseer equilibrio e inteligencia para usar la palabra justa, el verso exacto, el adjetivo preciso y crear un poema que, en apariencia puede parecer un leve pie de página, pero que es, en su brevedad y precisión, una filigrana. Como en este poema, titulado “El día”

Qué pronto la mañana
se ha convertido en tarde.
En los cercanos arboles
ya palidece el sol.
Llega la noche.
Otro día que pasa
rozándome los ojos,
donde dura un instante
el brillo de la luna.

         Es Don de la noche, publicado por la editorial Pre-textos con una viñeta  de la poeta en portada, un libro que es un retablo cívico, urbano, cotidiano, una narración colorista y floral, un cuadro costumbrista, un universo dicho en cuarenta y un poemas breves, una puerta por donde entrar a un mundo intenso en donde la vida asusta, preocupa, divierte, inquieta a la poeta y a la persona que mira al gato cazador “que observa lo que escribo”, a alguien que grita, que observa “esa chaqueta tuya”, repleto de colores, desbordando olores, que nos sumerge en la naturaleza. Y también la presencia de la muerte, en “Polvo”, uno de los mas escalofriantes y hondos poemas del libro.
                  Pocas veces uno se ha encontrado tan protegido, tan acompañado y ha sentido tan de cerca la poesía como en este libro. Un don el de Susana Benet.






COMENTARIO DE TEXTO. 
Haasta llegar a la luz.

IMPRESIÓN DE LA MAÑANA

Están rotas la nubes.
Un manto desgarrado cubre el cielo.
Las ramas de los árboles desnudos
atraviesan los pálidos jirones.
Una dulce quietud invade el aire
tras semanas de viento enloquecido.
Las plantas en sus tiestos
parecen dormitar agradecidas
por esta amable tregua
que sumerge las hojas y las flores
en luz apaciguada.

Abre el libro el poema con un título clave: “Impresión de la mañana”. En poesía, como sabemos, tenemos una figura retórica llamada sinestesia que al mezclar, en este caso sensaciones auditivas y visuales, nos da “impresiones” que es lo que el poeta nos indica a partir del titulo. Es este un poema “exterior” que impresiona y que es una muestra de la fuerza, el estilo y la personalidad de la poeta. Es una lección de poesía descriptiva por un lado y de visión narrativa por otro, así como una gradación en la forma y en el fondo. Tiene el poema once versos de los que cuatro son heptasílabos y los restantes son endecasílabos. Hay en el poema una “estudiada” combinación que da al poema una estructura sólida, el aliento, el aire y la respiración rítmica que hace que el lector sienta la “dulce quietud” y la “amable tregua”.
         Después de los dos primeros versos escritos con las riendas tersas, nos encontramos con dos pares encabalgados. Es en los cinco últimos versos, donde el poema se suelta, vuela, en un poderoso encabalgamiento que nos arrastra, como nos arrastra la vida, y nos adentra en la amable tregua del final luminoso donde vemos sumergidas “las hojas y las flores / en luz apaciguada”.
         Es un poema que tiene un comienzo un poco brusco, una rotura en lo alto, le sigue un “cuerpo” equilibrado que sirve de transición entre las nubes y los tiestos y un glorioso final. Los dos versos primeros son ideas completas acotadas por un punto en los que destacamos los adjetivos “rotas” y “desgarrados”, que continúan la idea de rotura hasta la palabra jirones que es la “cabeza” del poema. Los dos siguientes versos apaciguan el ambiente con la “dulce quietud” en donde aparece “el corazón”. Se ahonda aun más en la calma viendo cómo las plantas duermen agradecidas. Y el suave, sosiego, sereno verso de cierre, de este don de la noche, con esa luz apaciguada. Del manto desgarrado, pasando por los tiestos, la tierra, hasta llegar (¿o bajar?) a la luz.






Sunday, January 20, 2019



De un tiro, tres preciosas aves. Me llegan “Clarín”, “Anáfora” y “Cratera”.






 



          “Clarín” es una de las revistas con más solera y prestigio en el panorama literario español. Leemos, entre otros, un artículo del venerable Aquilino Duque sobre “La Sevilla de Rafael Laffón”, un texto de Cereijo, unos poemas de Juan Ochoa, que es el autor de las portadas de la revista y que parece ser que también escribe haikus, como todos los poeta que empiezan…un articulo sobre Frankenstein del polifacético Benítez Ariza y un texto de Toni Montesinos sobre Walt Wltiman. En la sección de los paliques anotamos una reseña del libro de aforismo de Álvarez Velasco, y otras firmadas por Marcos Tramón, Ángel Alonso, José Ángel Cilleruelo , Álvaro Valverde y HB que lee “Biología, Historia”, de Jiménez Millán. Cierra el sumario “La última cena”, de Antonio Cruz.




         “Anáfora”, número 15, “creación y crítica”, está que lo vierte. Coordinada por Pablo Núñez  y De las Heras, publica, entre otros, poemas de Rico, Juaresti, Sanchez Robaina, Rivero Taravillo y Marcos Tramón. En la sección de lecturas se reseñan, entre otros, “El cuarto del siroco”, de Valverde y “La palabra secreta”, de Aquilino Duque. El diseño es de Marina Lobo y está patrocinada por la Fundación JLGM. Si vale el consejo de este lector, "Anáfora" es una de las revistas del momento.


        Este número 4 de “Cratera” es un especial de poesía hispanoamericana y me encuentro con poemas, entre otros, de María Negroni, una poeta a tener en cuenta, de Gómez Beras, y Mercedes Roffé. Hay una sección titulada “La mirada de Basho”, dedica a hailkus, otra de reseñas y de lectura. En portada y contraportada lleva un bellísimo dibujo del poeta y pintor  Juan Carlos Mestre. Las distintas secciones van precedidas de un dibujo. Uno, que no deja de ser un pintamonas, agradece a Gregorio Muelas, uno de los directores, el detalle de haber publicado no uno, sino dos dibujos de su seguro servidor HB. Un motivo de alegría.

















Saturday, January 19, 2019

EL PESO DE LA VIDA. José Luna Borge.


        



  


                                 EL PESO DE LA VIDA: EL ÚLTIMO D IARIO DE JOSÉ LUNA BORGE.

Pasos al atardecer, Diario 2004-2005
José Luna Borge
eolas ediciones, 2018

         Un paso es el comienzo de una aventura, de una vida y también de un diario. Se abre el cuaderno y uno se encuentra con el camino de la página en blanco. Hay que comenzar a caminarla. El camino puede estar nublado, nevado, mojado, arenoso y, cuando ya está uno de vuelta de la vida, empezará a anochecer.
         Pasos al atardecer, el quinto diario de José Luna Borge, va desde 2004 a 2005 y es una historia social, política y personal en marcha, contada con firmeza y a veces con voz ronca, a lo largo de ese caminar, que es la vida. Está editado, espléndidamente, en la Colección Caldera de Dagda, en eolas ediciones, con una soberbia portada de luz brumosa y agua plateada.
         Desde que leí el primer diario del autor siempre pensé en Robert Frost y en Antonio Machado. Tiene el poeta americano un poema, tal vez el más famoso de todos los suyos, que se titula “El camino no tomado” y uno, al leer los diarios de Luna Borge, sabe, a lo largo del viaje, cuál de los dos caminos ha tomado el diarista.

         
Uno se agarra a las palabras con las que va manchando las palabras de este cuaderno para cobijarse y hacerse invisible. Es un refugio fabricado con tinta y palabras, mis padre construyó el suyo con la azuela, las dos buscamos lo mismo; bastarnos con ello para sostener el peso de la vida.


         Aprendemos de días de cansancio, de la monotonía del trabajo, de la familia, de la melancolía, de las muy personales opiniones sobre música, de amigos que se mueren para siempre y de los que se mueren en vida, de paseos y confidencias, del milagro de un nuevo día y de la llegada del frío o del calor, como en este espléndido párrafo:
         Gozosa soledad poblada de lecturas. La casa está vacía… Sevilla ofrecía ese aire fantasmal que solo tiene en los veranos especialmente en agosto. Quizá sea más bella así, con tanta desolación que no lo es en absoluto; parece una novia abandonada que sigue siendo novia y, además, bellísima.

       Y siguiendo los pasos al diarista en su mundo, a veces provinciano, en el que aparecen el dolor, las injusticias y las ausencias, entendemos el mundo de los demás que nos es común a la mayoría de los mortales. Y desde lo mínimo y cotidiano pasamos a lo universal y a lo global porque un diarista narra, rememora y deja constancia de su entorno que a veces mira con ojos inquisitivos, a veces benevolentes, mirada siempre llena de curiosidad e interés, de ahí que este, y los otros diarios, rezumen frescura, vitalidad y emoción. Hay textos que son excelentes poemas en prosa, ahí se ve la vena poética de Luna Borge, con metáforas que iluminan el texto, bellísimas historias familiares, hondos aforismos escondidos, ideas claras arropadas entre los textos, imágenes que son como navajazos de luz y de belleza, descargas de esperanza que te ayudan a seguir viviendo. Hay momentos de depresión y abatimiento:
         Ando desencuadernado, no recuerdo una temporada tan prolongada con semejante moribundo encima.

      Pasos al atardecer está envuelto en una suave niebla melancólica, como escrito bajo una luz crepuscular, como si el camino fuera a borrarse. Pero uno conoce al escritor y sabe que todavía le quedan muchos pasos que dar y muchos diarios por escribir.
         En la contraportada hay un larga cita de Boyd que termina así y con la que no estamos de acuerdo: “Llevamos un diario para capturar esa colección de yoes de que cada ser humano se compone… un verdadero diario nos presenta la realidad mas turbulenta y desorganizada”. Escribimos un diario para dejar libre nuestra personalidad e intentar plasmar el real yo del que estamos hechos. Este diario nos presenta la realidad del diarista en una manera organizada y razonable: cerebro y corazón al unísono.