Monday, June 10, 2019



          



                GUILLERMO MARCO REMÓN: RELOJERO DE UN TIEMPO LENTO

                                              UN POETA A TENER EN CUENTA

         Gracias a José Luis Morante me ha llegado la voz de Guillermo Marco Remón (Madrid, 1997) recogida en Otras nubes, accésit del Premio Adonais, 2018. El libro viene dedicado con unas palabras: “Para H. con quien comparto el gusto de llevar un diario y la poesía”. Si no hubiera llevado esta dedicatoria, que es una gozosa advertencia, uno hubiera dicho, al hablar de la poesía de Marco Remón, que la mayoría de los poemas son como entradas de un diario, o al menos de algunos diarios en los que destaca la poesía. Hay poemas que cuentan historias, con cabeza, cuerpo y extremidades, con sentido común, tan difícil de encontrar en estos días en poetas jóvenes, con un “mundo” que es lo que todo poema debería tener: un deslumbramiento que te deje encendida la mirada, un resplandor que avive la llama del corazón, con gente como usted y como yo. Como esa panadera de Puerta de Argarda que es el personaje de uno de los más emotivos poemas del libro, a pesar de las repeticiones:

CON azúcar
en las yema de los dedos
pedí otra napolitana
-debía de tener la cara de su hijo,
pues me trataba con la simpatía
de quien supone caracteres similares a rostros
   similares-.  
En su mirada
una pequeña ciudad se adormecía
y su corazón parecía lleno de polco de mudanza
y de olor a rejilla de Metro.
Le pregunte que por qué no combatía la ingratitud
   con ingratitud.
Me contó que era incapaz porque sabía, como yo y
   otros que repetían napolitana,
que de niña le ponían contenta los huevos de las
   gallinas contentas.

         Otras nubes es un primer libro y casi no se nota. El poeta tiene un estilo propio. Casi todos los primeros libros son, en el futuro, una carga de la que muchos poetas se quieren deshacer de ella. (No solo son una hipoteca los primeros libros. Hay poetas consagrados que son muy generosos e inseguros a la hora de cerrar un libro. La mayoría pecan de generosos y, casi siempre, sobran poemas).
         Otras nubes es un libro que el poeta dedica a su madre que es personaje vital. El libro tiene una fuerte carga autobiográfica, (con un poema titulado “bibliografía) pasión, ternura, una mirada doméstica inquisitiva, profundamente reflexiva, con un alto nivel en manejar los sentidos: imágenes auditivas, olfativas, visuales, táctiles. Y también cuenta con la pesada carga de las dudas en el amor.

DESPUÉS DE UN AÑO
NO TENEMOS NADA EN COMUN

MI testamento en ti
es ese gesto que me has tomado
cuando te enfadas y me reprochas,
con el mismo manotazo mío,
las cosas en las que no nos parecemos.

      La poesía de Marco Remón Un libro capta detalles, instantes, que el poeta convierte en sorprendentes metáforas, a veces casi greguerías. No en balde el título está tomado de Automoribundia, de Gómez de la Serna. Un libro en el que uno se ha entusiasmado con los poemas “largos”. Abunda el libro en poemas breves y uno los clasificaría en tres grupos: los que parecen bosquejos, apuntes rápidos en blanco y negro; otros son como chispazos en un día de sol, te deslumbran y te ciegan los ojos del alma y algunos que son maravillosas obras de orfebrería. En los más extensos destacamos, entre otros, “POR ÚLTIMO”, “LA HISTORIA ES INJUSTA REPARTIENDO ETERNIDADES” , “TODOS NOSOTROS” y “PADRES DIVORCIADOS”.

CUANTO TIEMPO PASAMOS
DANDO CUERDAS A LOS RELOJES.

ASI mi vida
seca como la piel del pulgar
de un relojero:
tu tiempo, un gajo de mi corazón.

         Otras nubes es el tipo de libro que a uno le gusta y con el que disfruta. Poesía de andar por casa, cotidiana, honda, reflexiva, en donde el sarcasmo y, en ocasiones, la socarronería y el sentido del humor, hacen del libro un manual de astucia soterrada, un diario, casi una novela. Y, sobre todo, un libro que nos da a conocer a un poeta que, en vez de degradar la poesía, jugar con ella y profanarla, (como hacen algunos) la engrandece, le da el lugar que le corresponde: canto, sentimiento, verdad, emoción, lenguaje del alma, oración, muerte, vida y amor. Un poeta al que debemos tener en cuenta para que vuelva pronto. 

A GUILLERMO PARA QUE VUELVA
NOS sentábamos en la colina
para ver el atardecer
(crepúsculo tiene las mismas sílabas
pero el peso de un lector afectado).
El cielo se manchaba del color de las amapolas
y ellas cabeceaban asintiendo la primavera.
No me extraña que los griegos pensaran
en las nubes como el apartamento de los dioses:
parecen el mobiliario del cielo.
Y seguíamos hablando y hablando 
sobre cuál era la probabilidad
de que un funcionario se traspapelase a sí mismo
o sobre las dos eternidades 
(el fuego del infierno y el olor a mandarina en las manos).
Y como si tu voz meciese un visillo, terminabas: 
Me has malinterpretado correctamente.
Tus comentarios eran mi compañía, Guillermo;
las sillas nos dejaban marcas en las piernas 
y hubiera preferido un indicio
–quizá en la manera en la que te reías con cara de llorar–
que anunciara tu mudez antes de que desaparecieras
para hundirte en el espejo.





        













Thursday, June 6, 2019

A punto de ver, de José Luis Morante


                    





                                          MISTERIO Y MAGIA EN A PUNTO DE VER

    A punto de ver
    José Luis Morante
    Polibea, el levitador, Madrid, 2019.
 

       En A punto de ver, el ultimo libro de José Luis Morante, hay, por un lado, misterio y magia, 99 haikus y 31 anotaciones: poesía y prosa, sensaciones y pensamiento, corazón y cerebro, poeta y artesano. Cuando se comienza la andadura, después de las luminosas palabras preliminares de Susana Benet, una de las poetas más importantes en el mundo del haiku, el lector se adentra en un universo donde la mirada del poeta va a ser como una cámara fotográfica, a punto de captar el misterio de lo que nos rodea, una mirada incisiva, inteligente, a veces navaja, a menudo retina en blanco y negro, ojos que recorren “la distancia exacta entre sensación e idea”, entre emoción y pensamiento, sobresalto y símbolo.  


HERIDA
Tan solapada
la traición del amigo;
nada más espero.
 
        A punto de ver, editado por Polibea en la colección “el levitador /84” (con la imagen y la presencia de Rafael Pérez Estrada) celebra la naturaleza, descubierta a golpe de observación, el poeta está siempre a punto de ver, vigía en el palo mayor de la nave de la vida, descubriéndonos paisajes, barbechos, personajes, abstracciones, ofreciéndonos poderosas imágenes, metáforas encadenadas, instantáneas que nos deslumbran. Como en este titulado “CLARIDAD”:


El talco sobra;
se maquilla la noche
con luz de luna.
 
      Los haikus llevan título, cosa no frecuente en los haikus tradicionales ni se ajustan a la costumbre temática de la naturaleza. El autor, maestro en estas lides, toca otros temas y los desarrolla dando más universalidad al libro. Hay que destacar que en A punto de ver hay dos voces poéticas que “narran” una historia que en ocasiones es polifónica, una cantata en la que el mundo está bien hecho. La primera voz es la del poeta, voz personal, íntima, de amor y vida, del pasado y de mañana.
 
INTERNADO
 
Me contagiaron
las paredes del claustro.
Rezumo frío.
 
      Es la voz en primera persona frente a la voz en tercera persona, donde el poeta va contando otra historia.
 
ENIGMA
 
Es mi secreto
un secreto sin voz:
ningún secreto.
 
      Un libro equilibrado de forma y fondo. De forma con 33 páginas con tres poemas cada una (que hacen 99 haikus). De fondo, la parte segunda, con 31 anotaciones que hacen de este libro un manual de poesía y de prosa, de emoción y de pensamiento. A punto de ver te ayuda a ver la vida de otra manera, las raíces de las cosas, los cimientos de lo sustancioso.
 
 
 
 
 









Saturday, June 1, 2019

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-volver-casa-201906012044_noticia.html?fbclid=IwAR3Y0EyPQoVprRZ1IE4YGwt1PVn_rhd8lWyz8UWmrlNwhdQabDL1WYRNzGU

Volver a casa

«Quedan, a manera de gracias, estas anotaciones escritas desde un tren»

Hilario Barrero
Actualizado:
Ayer por la mañana perdidos subiendo la Giralda, por la tarde el cálido encuentro con Enrique Parrilla en la Galeria 9 millas y la brillante presentación del poeta Miguel Veyrat; en Toledo la grata sorpresa de la actuation de la actriz Lola Baldric con María José Muñoz, Juan Ignacio de Mesa y Santiago Sastre y el paseo por el jardín de Inés Gárate; llenándonos de mar en Gijón con la compañía de Francisco Álvarez Velasco, de luz húmeda en Oviedo y buscando el sol en Madrid donde fuimos acogidos en la Casa de Fieras por Pilar Aranda, Maria Victoria Reyzábal y José Luis Morante.
Abrazamos familiares y amigos, contamos historias de «Prospect Park» y escuchamos palabras gratas. Sentimos el ruido del río de la sangre, el perfume del recuerdo, la espina de la memoria. El equipaje lleno de libros con dedicatorias, abrazos impresos, fotos, una botella de vino, dos joyas musicales dirigidas por el compositor toledano Javier Ulises Illán, director del grupo Nereydas y una carpeta, de alguien que nos dejó, con los recortes publicados en este periódico.
El barrio sigue igual: Han levantado andamios, ha brotado, con la fuerza que da la primavera, una nueva luz, sigue, a lo lejos, el perfil amado y miles de veces abrazado con la mirada del amor, por las lluvias de mayo las rosas están encendidas, los mismos rostros en el ascensor, una montaña de cartas y facturas; de bienvenida, sobre la mesa fruta, pan y agua que nos deja Nancy, la vecina del once, la que se levanta con el alba y va al parque a dar de comer a los pájaros. Y la orquídea blanca todavía iluminada y ese perfume a sombra desnuda que te recibe al abrir la puerta.

Atrás quedan los dolores de espalda, el temor a tu cansancio, a tu mirada nublada, a tu deseo de volver, el peso de la maleta con libros, los viajes, el tiempo detenido, el perfume de la vida, las preguntas sin respuestas, las miradas no correspondidas. Quedan, a manera de gracias, estas anotaciones escritas desde un tren: Del amarillo jaramago a la sangre licuada en las amapolas, del sol, deslizándose como un viejo equilibrista por las paredes de un patio sevillano, a la abierta llanura sin paredes de un campo de Castilla, del ruido barroco del retablo que ahoga la mirada, a la columna vertebral de un contrafuerte que la desnuda, de los naranjos encendidos a los olivos apagados, del perfume que brota de cuerpos luminosos a la lumbre que abrasa la fachada, de la plegaria oscura del deseo al tacto traicionero del olvido, del blanco Zurbarán al ocre torturado, de la luz verdadera de un Cristo en blanco y negro al rostro maquillado de una virgen. De Sevilla a Castilla pasando por Gijón.

POR HILARIO BARREROPOR HILARIO BARRERO