180420.- Estamos cenando como dos ermitaños (nos salva el Rioja) y te comento los mensajes que algunos de mis amigos de Facebook han escrito con motivo de una fotografía que he hecho a un bote de Colacao. Hablamos después de Eko, un sucedáneo del café que también se tomaba hace años y yo comento que el café que le traían a mi madre de Portugal (creo que de contrabando) era un café negro, fuerte, con olor a humo de tren y a alquitrán. Del presunto contrabandista tú, mientras te tomas una copita de Oporto, recitas un poema de Curros Enríquez que te sabes de memoria y termina así:
Polos gardas fronteiros atrapado,
vindo de Portugal,
entrou, sobre unha besta esmiolado,
o traficante en sal.
Yo en broma digo que ahora todo es Rosalía, que para eso era mujer, hija de un cura, romántica, escribía en gallego y castellano y estaba casada con un estudioso de la cultura gallega. A ella dedicó Curros uno de sus poemas más emotivos:
¡Ay dos que levan na frente unha estrela!
¡Ay dos que levan no bico un cantar!
“Creo -me dices- que yo debo de ser de los pocos que se saben parte de su obra de memoria. Aunque reconozco que escribió poemas en gallego muy buenos y muy malos, igual que en castellano. Lo peor eran esos poemas de encargo. Enríquez estuvo varias veces en La Habana y allí murió, aunque sus restos fueron enterrados en La Coruña. Cuando era un niño y en mi casa hablaban de Curros Enríquez yo pensaba que era andaluz. En Cuba a los andaluces se les llamaba “curros”. Bebes un sorbo del Oporto cuando el reloj nos avisa que son las nueve de la noche. Durante el día ha llovido y la humedad podía cortar. “En La Habana –sigues contándome- había un centro cultural que llevaba el nombre del poeta gallego y los domingos había bailes. Una amiga de mi familia llevaba a su hija Lucita a ver si encontraba novio. Es curioso, añades, que a pesar de que Enríquez era anticlerical, revolucionario y de ideas socialistas la editorial Aguilar publicó un libro con obras suyas escogidas, como hizo con la obra completa de Rosalía. Los dos tomos forman parte de mi colección más querida, entre otras cosas porque han viajado conmigo de Galicia a Madrid, de Madrid a Londres, de Londres a Barcelona y de Barcelona a Brooklyn”.
Hoy ha sido el primer día que obligatoriamente todos los neoyorquinos hemos tenido que llevar mascarillas. Las cifras de muertos e infectados pierden valor al ver que cada día aumentan llenándonos de angustia. Sabemos que después de que acabe esta guerra todos habremos sido, de una u otra manera, heridos. Habrá un antes y un después y nada será igual.
Entre el antes y el después siempre hay alguien o algo que desaparece (aun sin saber por qué) de nuestras vidas. Salud.
ReplyDeleteMuchas gracias, amigo Miguel. Un abrazo
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