Wednesday, September 26, 2018

Del Diario


260918.- A las nueve tengo cita en Manhattan con el oftalmólogo que tiene la oficina en la calle 37, cerca de la Segunda Avenida que es una de las vías que conducen a las Naciones Unidas. Salgo con antelación porque la ciudad está tomada por presidentes, diplomáticos y funcionarios que asisten a la apertura de temporada de una institución que existe para mantener la paz pero que no sirve para nada. El Sr. Koch, un alcalde demócrata de Nueva York, dijo una vez que la ONU era un “cesspool” (una cloaca).  Cientos de policías vigilan la ciudad y la nueva limusina del Sr. Trump lleva un frigorífico que guarda varias pintas de sangre del mismo tipo que la suya. Suenan sirenas, pasan ambulancias, un helicóptero da vueltas, los coches apenas se mueven y un joven ciclista, impaciente,  se baja de la bici y camina entre los coches. Al pasar por el edificio donde está la misión permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, en la Avenida Lexington, tenemos que cambiar de acera: varios policías armados con metralletas apuntan a los transeúntes. De un hotel de Park Avenue sale el primer ministro de Japón y se forma un revuelo en torno suyo: un grupo de japoneses prácticamente lo arropan. En la Quinta Avenida vemos que Lord & Taylor, una de las tiendas con más solera de Nueva York, cierra sus puertas. Lord & Taylor fue por un tiempo una de nuestras tiendas favoritas. Duele ver cómo otro establecimiento desaparece. El día está nublado, pesa el aire y es plomo la luz. Durante la visita al oculista, rodeado de máquinas, alguien se refleja en un espejo y le cuesta reconocerse. Todavía con las pupilas dilatadas veo una ciudad tomada, agresiva, en armas. Nos da un poco de claridad saber que el mundo entero se ríe del presidente de USA. Qué descansada vida la del que huye en días como estos de Manhattan. (¿Estará uno huyendo de sí mismo?) ¡Qué alegría vivir en Brooklyn!




Sunday, September 23, 2018

Ceremonia de la ceniza





Pájaros inquisitoriales, revestidos para la ceremonia de la tortura, abren la comitiva. Llevan pliegues de acero, togas de fuego y algodón de quemar.
Tú ibas delante y yo detrás.
Roedores que clavan sus dientes afilados, hunden sus uñas de cristal y construyen guaridas por donde crece la nieve.
Llegó el tiempo en que tuvimos que cerrar las ventanas.
Cuervos de carbón encendido; sus plumas, ascuas en plenitud, sus alas tizones de sombra espesa, picón mojado sus uñas; el pico, una gubia de luz renacentista, ceniza maldita su aliento.
Fuimos perdiendo amigos y anduvimos por un campo minado.
Un hurón de oficio electrificando, con su lentitud mecánica, la columna vertebral del reo. La hoguera estaba montada y ardió la nieve.
En las misas de réquiem yo iba detrás y tú delante.
Un “torquemada”, con el hisopo lleno de lluvia, bendijo las cenizas.
Mientras dormía, tú intentabas robarme un poco del dolor.

Tuesday, September 18, 2018

Lo que faltaba




180918.- Lo que faltaba: que nos llegue Florence, que viene del sur con un equipaje de ruidos tormentosos, de agua, de gris nostalgia, algo cansada de derribar árboles, anegar tierras, cubrir casas, borrar prados y sembrar destrucción y pánico. Y aquí está: llegó de noche, enemiga del sol, caballo de troya lleno de truenos, relámpagos y flechas lluviosas, desplumando paraguas, acentuando el tono amarillento en las ramas de los árboles, empujando a los niños que salen de la escuela correr y ser felices, a encender los ojos de los automóviles. Y, sobre todo, a cubrir con el telón gris de la censura otoñal el perfil de Manhattan.
         Con su llegada los cristales de la espalda se afilan aún más, aguzan su lengua cortante y uno siente cómo las cuchillas del dolor sierran la en otro tiempo luminosa pradera. Y al andar, uno se siente como el Hombre de Palo, el ingenio que creara en Toledo Juanelo Turriano, caminando por las calles de su barrio de adopción: un robot de madera madura y a punto de madurar, perfecta para la hoguera.
         Y por si fuera poco aparece una vieja fotografía, fechada en noviembre de1986, en Central Park, que narra el momento final de un maratón. El protagonista de la fotografía sabe que ha conseguido algo difícil, que no imposible y se le nota en su rostro un reflejo de serena felicidad. Gozo que a uno, en este momento que está corriendo un maratón de flechazos y marea alta de cristales y limaduras, le llena de melancolía.




Sunday, September 9, 2018

Orografía del amor






090918.- El primer temblor y la luz a punto de madurar como un membrillo olvidado en el cajón de una cómoda que guarda ropa de un muerto.
Algunas hojas, las primeras, camino de la guillotina; el verano al retirarse olvida, en el nido más alto, las ascuas de sus ojos.
Neolítico del gris.
Encontrarse en el parque con una carreta tirada con bueyes de mirada húmeda arrastrando la lluvia. De pronto, la brisa almidonando el visillo, poniéndole alas: un pájaro de blonda de vuelo corto.
 Ver en el cristal de una ventana el reflejo de dos torres con el polvo de dos mil muertos empañando los cristales.
Y, como un milagro, en la madrugada del otoño sentir el roce de la sábana perfumado de niebla. Reconocer, en el abrazo encendido, la orografía del amor.
Esto es septiembre: quien lo vivió, lo sabe.

Sunday, September 2, 2018

"Bendición de la ceniza". (En progreso).






NUEVO MUNDO                   

Hubo amores en el pozo de Orvieto
y en la altura de Chartres,
los tuvo un niño apenas en el pueblo
donde robó membrillos en la huerta enemiga,
amores en el alba infiltrados de humo,
clandestinos en la última fila de aquel cine de barrio,
amores con la muerte que dejan cicatrices
y amores con la peste que numeran.
Una noche de julio por las Ramblas
amaneció el esperado, el imposible,
no repetido ni en sabor ni en olor,
sin la sombra del cuarto agazapada
y la ropa un trofeo por el suelo,
el que gozaste hasta el dolor,
el que puso cilicios en tu ingle,    
un clavo en tu esbeltez,
en reto tu cintura, aduana a la casa
en donde lo prohibido amanecía.
Un disparo de gracia en la sien del deseo.