Sunday, January 19, 2020

                                         LA FRONTERA DEL AGUA

 

La poesía de Carlos Medrano es “como quien espera que la lluvia comience a
rozar(te) la cara”. Es ese momento en que el rostro es un acerico y se llena de      alfileres: imágenes que encienden tu mirada, protegen tus labios con trasparentes metáforas, dan sombra y luz al perfil de tu vida, afilan la flecha para salir del laberinto.



         
La poesía de Carlos Medrano reconstruye una fuente, indaga en el enigma, puntualiza el origen de la belleza y enseña el camino por donde volver al tiempo del sol a medianoche. Y deja, desde su intensa mirada, un emocionado tributo a tres amigos. 
          “Donde poder volver” -un título con dos infinitivos en un estado subjuntivo misterioso e inseguro- es un libro breve, lo que es ya una virtud, unos cuantos poemas de rigurosa hechura, equilibrado ritmo y precisa musicalidad.
          Hay libros, como este que se publicó en 2016 y está conmigo desde el 25 (vísperas a recordar) de mayo de 2019, que no tienen prisa, que quedan, que son un testimonio del quehacer, callado en este caso, (la distancia no embellece el recuerdo) de un poeta, mientras que otros nos abruman con sus refritos que el tiempo ha de hacer ceniza.
          Uno vuelve, sin prisa y sin presiones, a releer un libro que, de pronto, te llama y llega a tu mesa y a tu corazón mientras nieva lentamente en la acera de la noche.
         





Lo mejor es leer al poeta y que su poesía, que “es muy fácil de entender”, nos empape el sentimiento y nos ayude a encontrar el ungüento para curar la soledad delectores una “simple línea / trazada en la frontera / de la mirada”.

Thursday, January 16, 2020

Del diario.






100120.- Una amiga que vive en los suburbios te llama y te dice que vayas a ver “Invisible life” que ganó un premio en el festival de Cannes y te puede interesar. No deja de ser una ironía que el film lo proyecten en un multicine de un centro comercial donde el público prefiere otro tipo de películas. Ayer fuimos a la filmoteca a verla. La película está basada en una primera novela, “The invisible life of Euridice Gusmão”, de Martha Batalha ,una escritora brasileña. Compro un ejemplar, en el café Fellini de la filmoteca, sabiendo que eres un asiduo lector. (Acabo de ver que ya has terminado el primer capítulo).
          Yo dejé de interesarme por el cine, casi al mismo tiempo que por las novelas, hace casi cuarenta años y de lo único que puedo hablar es de Bergman a Antonioni, pasando por Pasolinni, Kurosawa, el realismo italiano o Trufeau y sus muchachos. Una de las pruebas de que el amor existe es vivir con alguien que ve, en ocasiones, dos o tres películas al día y lee dos o tres libros (no poesía) al mismo tiempo.
          La película, dirigida por Karim Ainouz que estudió en la Universidad de Nueva York, es larga, la narrativa, a veces, confusa y blanda, los primeros planos crudos y los travellings nerviosos y desenfocados. Una película con una fuerte presencia machista que cuenta dos historias paralelas que nunca llegan a encontrarse.
          A la salida empieza a anochecer, hemos ido a la función de las dos y media, y decidimos cenar en Pitti, un restaurante italiano, con un camarero que se empeña en hablarnos en italiano, una carta de vinos exclusivamente de Italia y con la sorpresa final de que no aceptan tarjetas de crédito. Lo mejor: la salsa de los mejillones y las alcachofas de mi pasta.
          Subimos hasta la calle 8 a marchas forzadas para combatir el frío que la oscuridad ha traído. En el camino vemos una tienda donde el papel es el tema principal, mucho moleskine, muchos cuadernos hechos en China y diarios en México, cosas que no sirven para nada, como por ejemplo una caja con seis  etiquetas, cada una de ellas con una cadena y tres letras mayúsculas: HBD que me saltan a la vista. Pregunto al dependiente, un mozo con un acento de cartón y una mirada de papel de seda, por el significado de las tres letras y me dice que significan “Happy Birth Day”, pero para mí tienen otro significado.
          Terminamos en una licorería donde compramos algunas botellas, entre ellas un Barolo que vimos en la carta de vinos del Pitti.
          Al final de la película, cuando pasan los títulos de crédito, la voz de Amalia Rodrigues sirve de fondo. Lo que faltaba: el colofón perfecto para un cinéfilo y amante de la cantante portuguesa. Al salir del metro, ya en zona amiga, viendo las luces de la terraza que aun están encendidas aunque ya se han ido los Reyes, te oigo tararear, y ¡mira qué cantas mal!, “Estranha forma de vida”, la canción que cantaba la reina de los fados. Logro entender estos dos versos: “Que estranha forma de vida / Tem este meu coração…” y pienso que a muchos esta forma nuestra de vida les puede parecer extraña, no a nuestro corazón que sabe cómo “bater”.


Sunday, January 12, 2020

Fronteras, de José Luis Regojo.


             
                                         

                 FRONTERAS, DE JOSÉ LUIS REGOJO: MAREA, MAR Y MUERTE.

         
FRONTERAS
José Luis Regojo
Autografía, Barcelona, 2018

          Yo no sé si la poesía es un arma cargada de futuro, como quería Celaya. Lo que sé es que el futuro no le ha ido muy bien después de su muerte. Por lo tanto ¿no será mejor pensar que la poesía es una herramienta del presente? Un grito, un aullido, a la manera de Ginsberg, una puñalada en el sentido de los que no lo tienen. Sí, hay poetas, como Amiri Baraka o José Luis Regojo, cuya  intención es siempre usar la poesía como un arma (“my intention always is to use poetry as a weapon”).

      Fronteras,de José Luis Regojo, es una bomba envuelta en papel, el testimonio de una injusticia, la denuncia a una crisis, “la inoperancia de la Unidad Europea y la dejadez de su clase política, en contraste con el vigor y solidaridad de una parte de la población”. Fronterasacusa, se querella, carga contra tanta injusticia, pero también da espacio a la reflexión y, sobre todo, a la esperanza.

          El libro es un tríptico: “Fronteras”, “Haikus de la frontera” y “Europa-Mare Mortum”. De “Fronteras destacamos el poema “Chinatown”  que describe un barrio y sus vecinos con

…Ancianos chinos recogiendo botellas de plástico
de turistas.
Ancianas chinas arrastrándolas hasta el coche
del joven chino
con tos seca tras una pantalla de humo.

Ojos que no miran,
que ya han visto,
solo observan.

Meditan mientras deambulan
entre sueños y recuerdos
aquello que fue.

Silencio sereno,
voces anestesiadas de polvo,
sabiduría ancestral obviada,
olvidada,
rechazada

   La segunda parte, que es nuestra preferida, recoge diecisiete haikus:

 Esos dos ojos
tienen mucha más vida
que mi Europa.

Ya cae el sol,
el Mediterráneo
vuelve a casa.

          En la tercera parte Europa es uno de los temas del libro. Después de un irónico poema de bienvenida al continente, siguen nueve poemas “europeos” y un poema “final”, que es como una cantata, titulado “Amanece Europa, Europa oscura”.

          Es Fronteras un libro lleno de rabia, rezumando ira y desesperación, con poemas que pueden ser más poderosos que un arma, un documento que nos recuerda una de las muchas injusticias que pasan a nuestro lado y que un poeta, solidario con la causa, perpetúa, con la fuerza que puede tener la poesía, en este retablo de soledad, muerte y desolación. Un instante de la desposesión.

                                                  
                           

Wednesday, January 8, 2020

Una historia solidaria contada por Pilar Aranda








                            EN BUSCA DE UN LUGAR PARA PODER CANTAR. UNA HISTORIA SOLIDARIA.

¿Y yo dónde canto?
Pilar Aranda / María José Molina Rayo.
Lastura Ediciones, Madrid, 2019.

         El día de Reyes, que aquí no es festivo, me llegó un regalo de España que me trajo el recuerdo de un día tan especial.
         ¿Y yo dónde canto? es un libro de literatura infantil, pero como ocurre a veces es, también y sobre todo, un libro para mayores. Abarca las dos vertientes: la infantil con la historia de un árbol y de un pájaro, un Pájaro Cantor que viaja volando en libertad, cruza el mar de barco en barco y, después de una tormenta, llega a buen puerto y se queda a vivir en el árbol de la copa alta, que verdecía por dentro, “mullendo con savia el musgo de la gruta”. La mirada adulta habla de convivencia, de libertad, de no mirar atrás, de que “el agua de la lluvia busca / el río / y el rocío la hierba”, del canto comunitario, de solidaridad, lealtad y amistad. Y, también, de una ideología política…  
         Se nota en ¿Y yo dónde canto? que Pilar Aranda es poeta, que fue maestra y que tiene una licenciatura en Derecho. El libro está escrito en verso, a veces en una fluida y ágil prosa poética, con varios apartados como en “El árbol que echó rama” donde “voy a contar / lo que nadie ha contado. Lo que sabe el Cantor y se calla. / Lo de la gruta en el árbol”. En el capítulo “Canciones para pájaros” la poeta nos deja cuatro preciosos haikus. Este es uno de ellos:

            Sol en las ramas,
            el pájaro ya canta,
            palpita el árbol.

         ¿Y yo dónde canto? es un libro que ocurre en el aire, un vuelo alto y bello donde la poesía se combina con el dibujo, los colores de las ilustraciones con el brillo de las metáforas, la música de los pájaros con el mundo sonoro del texto, la voz narrativa con el eco de una abuela, una esposa y una madre, la presencia de la naturaleza en todo su esplendor con la total ausencia de la “civilización”. Nada “humano” que reseñar de este libro… Una sinfonía coral interpretada por una orquesta de pájaros, árboles, el mar, el viento, la luna, la lluvia, el rocío, la música, la tristeza, las estrellas...
         A uno le ha recordado, por lo que tiene de canto solidario y en ocasiones por la estructura de algunas estrofas, el poema “En la plaza” de Aleixandre:

…Como ese que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por unas escaleras
y adentrarse valientemente entre la multitud y perderse.


  El libro, editado primorosamente por Lastura, cuenta con unas espléndidas ilustraciones de María José Molina que enriquecen la lectura y llenan de color el cuento.
          ¿Y yo dónde canto? abre con una reveladora dedicatoria que nos sirve de guía de lo que nos vamos a encontrar cuando se comienza a volar: “A Carla, Félix y África. ¡Cómo cerrar los ojos / para escuchar la clara voz del río, / llamar al alba y despertar / tocar las ramas del árbol / como la vez primera! ¡Ah, la inocencia!”