LA FRONTERA DEL AGUA
La poesía de Carlos Medrano es “como quien espera que la lluvia comience a
rozar(te) la cara”. Es ese momento en que el rostro es un acerico y se llena de alfileres: imágenes que encienden tu mirada, protegen tus labios con trasparentes metáforas, dan sombra y luz al perfil de tu vida, afilan la flecha para salir del laberinto.
La poesía de Carlos Medrano reconstruye una fuente, indaga en el enigma, puntualiza el origen de la belleza y enseña el camino por donde volver al tiempo del sol a medianoche. Y deja, desde su intensa mirada, un emocionado tributo a tres amigos.
“Donde poder volver” -un título con dos infinitivos en un estado subjuntivo misterioso e inseguro- es un libro breve, lo que es ya una virtud, unos cuantos poemas de rigurosa hechura, equilibrado ritmo y precisa musicalidad.
Hay libros, como este que se publicó en 2016 y está conmigo desde el 25 (vísperas a recordar) de mayo de 2019, que no tienen prisa, que quedan, que son un testimonio del quehacer, callado en este caso, (la distancia no embellece el recuerdo) de un poeta, mientras que otros nos abruman con sus refritos que el tiempo ha de hacer ceniza.
Uno vuelve, sin prisa y sin presiones, a releer un libro que, de pronto, te llama y llega a tu mesa y a tu corazón mientras nieva lentamente en la acera de la noche.
Lo mejor es leer al poeta y que su poesía, que “es muy fácil de entender”, nos empape el sentimiento y nos ayude a encontrar el ungüento para curar la soledad delectores una “simple línea / trazada en la frontera / de la mirada”.
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