Parcela 40
Mery Sananes
Mediaisla, Kingwood, TX, 2018
Al final somos un trozo de tierra numerada. Somos polvo. Vamos a ese “corral de muertos” que decía Unamuno. Vivimos en una parcela y habitamos la muerte en otra. En otra donde el silencio borda de gusanos la oscuridad más total. “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar…” que es otra parcela inmensa y misteriosa.
Mery Sanares, licenciada en Letras, doctorada en Ciencias sociales, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, es también, y sobre todo, poeta. Ha publicado Tiempo de guerra, Walt Whitman poeta de los tiempos que vendrán, Palabras conjugadas y Memoria de hombres y pájaros.
Parcela 40, escrito en Caracas en 1970, es una elegía, un canto fúnebre, un larga cantata sin puntuación, sin interrogaciones ni exclamaciones, como si la muerte tuviera prisa y el lector se atragantara con los puntos y la comas y le frenara llegar al final. Como si los poemas fluyeran lentamente, sin prisa, como corre un río viejo al mar. Los poemas se conectan unos con otros sin ningún punto final. A veces es un grito, a veces es un lamento, siempre es una evocación a la madre que ha muerto.
Y cómo sacar tu muerte
de las muertes
cómo distinguir esta pena
de tanta pena sin faltarte
Parcela 40, lugar donde enterraron a la madre, es el monólogo de una hija. O tal vez un diálogo. Es una conversación donde se escucha el rumor de la vida, el ruido de la gente, los rezos, la hipocresía, el olvido.
Qué bueno mama
si toda esta gente te hubiera celebrado
cuando estabas viva
Aunque el libro fue escrito en 1970, y si tenemos en cuenta que un poeta es un profeta, uno adivina, en estos momentos terribles que vive el país donde nació la poeta, otro arquetipo de lectura que duele, otro ejemplo de elegía, otro paradigma de parcela: la madre patria difunta, muerta, deshecha. Una honda metáfora de destrucción y dolor.
Pero sabes mama
han venido a festejarte
porque estas muerta
por tu muerte
por lo que significa enterrarte
no por ti ni por tu vida
los que te acompañamos en vida
no nos interesaba para nada el festejo
de tu muerte.
Decíamos que Parcela 40, al carecer de signos de puntuación es un libro donde es difícil respirar. Y mientras se va leyendo el libro, dejando la tarjeta de visita en la bandeja, tomando un caldo de gallina, esperando que sean las cuatro para acompañar a la muerta, después de que las mujeres le besaran la mano y los hombres la frente, uno se da cuenta de que el punto final lo pone la muerte
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