Tuesday, July 17, 2018

Un poema eléctrico





LOS NIÑOS DEL FERROCARRIL 
 SEAMUS HEANEY

Cuando subíamos las laderas del desmonte
quedábamos al mismo nivel que las jicaras
de los postes del telégrafo y los alambres crepitantes.

Como un precioso dibujo a mano alzada se curvaban por millas
Y millas al este y al oeste de nosotros, combados
bajo el peso de las golondrinas.

Éramos pequeños y pensábamos que no sabíamos nada
que valiera la pena saber. Pensábamos que las palabras viajaban por los alambres
en las brillantes bolsas de las gotas de lluvia,

c
ada una de ellas fecundada plenamente por la luz
del firmamento, el destello de las líneas, y nosotros mismos
tan infinitesimalmente reducidos
que podríamos pasar a través del ojo de una aguja.


THE RAILWAY CHILDREN

When we climbed the slopes of the cutting
We were eye-level with the white cups
Of the telegraph poles and the sizzling wires.

Like lovely freehand they curved for miles
East and miles west beyond us, sagging
Under their burden of swallows.

We were small and thought we knew nothing
Worth knowing. We thought words travelled the wires
In the shiny pouches of raindrops,

Each one seeded full with the light
Of the sky, the gleam of the lines, and ourselves
So infinitesimally scaled
We could stream through the eye of a needle. 

       Qué gozo leer poemas como este en donde, como uno siempre repite, se encuentra un universo creado, no una sucesion de "lineas", que algunos llaman versos, y que solo dicen vaciedades. Un poema de altura, en el doble sentido de la palabra, eléctrico, con musicalidad, cpn metáforas, sonidos y silencios, personajes y asombro y con un cierre que le abre a uno la esperanza. Un poema que viaja en nuestra memoria. 
       Debo el encuentro de este poema a Isabel Salvadores, bibliotecaria de la pública de Gijón y amamte de la poesía, que me preguntó si lo habia traducido. Aquí está, Isabel. Y gracias por darme la oportunidad. 
  Otra nota al margen. La metáfora en inglés "white cups" es muy gráfica y "colorista", En español sería "aisladores" que no es muy poética que dígamos. Pero uno recuerda el cuento de Clarín, "Adiós, cordera", donde aparece la palabra "jícara" que ya es otra cosa. La he puesto en bastardilla porque la RAE no la acepta. 

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