Thursday, February 28, 2019

Cuarto menguante. La poesia de Ernesto Frattarola


       





                   ARDIENDO CASI HIELO: LA POESÍA DE ERNESTO FRATTAROLA

Ernesto Frattarola
Cuarto menguante
Ars Poética, Oviedo, 2018

          Cuando en 2015 me llegó Uno, el segundo libro de Ernesto Frattarola, supe que estaba delante de un poeta que sufre, que siente un dolor físico y ese otro dolor de siglos, un dolor “mediterráneo”, un dolor en el corazón al que podríamos llamar poesía: la angustia de ver pasar la vida, de sentir esa herida que le desgarra al poeta la razón, el sentimiento.  Sentimos que era “una poesía que quema y que corta: fría a punto de ser carbonizada, ardiendo ya casi hielo”. Han pasado tres años y nos llega Cuarto menguante, un libro que aunque es una continuación del anterior, en el que se muestra una fidelidad de estilo, de impronta personal, es un paso firme y seguro que recrea un mundo personal y un cosmos del que es difícil salir.

CARNAVAL

No necesito máscaras.
Mi escondite soy yo.

         Seguimos encontrando admirables poemas breves que son como una colección de aforismos, de metáforas “cerebrales”, “un diario de viajes”, un sistema poético en el que cada verso es una pieza, en apariencia metálica y sin conexión, pero que una vez que el lector ha roto esa aparente frialdad de frases independientes que, en ocasiones, reviste el poema de una armadura casi imposible de penetrar, una vez familiarizado con la voz y el estilo del poeta, vemos que cada verso encaja a la perfección y crea una maquinaria, una caja mágica, que late al mismo compás que late nuestro corazón. 

PRÓTESIS

A mi madre
le han puesto una rodilla de titanio.

Tiene ochenta y un años y una gran cicatriz.

Camina por la casa.

Debajo de la piel  
guarda el ruido de todos los serruchos,
las lágrimas de los primeros pasos,
la ausencia del ausente.

Y una rodilla metálica y fría
como mi corazón.

         Esperamos que este libro, en ocasiones, oscuro y tenebroso, con el tiempo, llegue a ser “luna llena”, pues aunque es desgarrador es tasmbién un aviso de lo que puede ser mañana. Cuarto menguante está dividido en cuatro partes (tal vez innecesarias): Astillas, (a uno le hubiera gustado esta sección como título del libro), Relente, Madrigueras y Aullido (que uno asocia con Allen Ginberg). Cuatro secciones angostas como un estrecho que tiene de orillas a la muerte y al dolor y que va a desembocar al mar que todos llevamos dentro.

LEÑA

Ojalá hubiera luz,
aunque no hubiera libros,

Una hoguera de libros,

         Llevemos consigo la esperanza y la palabra al caminar por Cuarto menguante porque sabemos que las palabras que “no mueren pero puede matar”, “nos miran desde dentro. / Nos matan desde dentro.” Y eso es lo que nos hace vivir, “nos sobrevivirán”.
         Posiblemente el poema “Agosto”, que es uno de nuestros favoritos, defina, de una manera total, la poética, el sentimiento, la mirada, el mundo de Ernesto Frattarola: lo que antes apenas era nada, es ahora una realidad, un todo, un poeta que escribe una poesía como hecha con mármol de Carrara. El pasado pesa, el futuro aligera. Es el presente el que nos lleva a la muerte.
        

í


Sunday, February 24, 2019

Palabra adentro: la poesia de Antonia Álvarez



                                               

                                      La poesía de Antonia Álvarez, tocada de gracia.


Antonia Álvarez Álvarez
Palabra adentro
Casa de Andaluvcia dew Denia.

          Sustentada por la nieve de la melancolía,  perfumada por la rosa de la belleza, tocada de gracia, envuelta en una niebla clara, limpia y luminosa nos llega la poesía  de Antonia Álvarez Álvarez. 

          Enriquecida con una serena musicalidad, construida con nobles materiales, cimentada con temas eternos, tratados como si fueran nuevos, los poemas le llegan a uno y le deja tocado de gracia y de belleza. 

      Aquí lo tenemos en estos tres poemas de su último libro, “Palabra adentro“: tres poemas “exteriores” llenos de interioridad. Observen en “Campo“ la aparente facilidad que, sin embargo, encierra una lección en cuanto a la rima, a la medida, a la musicalidad, a los peligrosos encabalgamientos que crean un poema en dificil equilibrio formado con tres endecasílabos y un heptasílabo.  Un poema que escomo un buen poema tiene que ser:  un universo lleno de vida, con trigales, tiempo y agosto, naturaleza, el viento, colores, el rojo, las flores, la mirada, el cielo azul, el pensamiento y la nada que es el todo.  Una acuarela donde cada pincelada es necesaria, nada sobra, 


          Estos dos poemas de tema aparentemente cotidiano y domestico transcienden los límites anecdóticos para llegar a niveles morales, metafísicos y hasta filosóficos.  






   Palabra que ahonda, poesía que queda. 
     

Saturday, February 23, 2019

La segunda piel, Antonio Fernández Lera





                                                  LA SEGUNDA PIEL: POEMAS LENTOS DE FERNÁNDEZ LERA
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Antonio Fernández Lera
Poemas lentos (2012-2018)
La garza roja, Madrid, 2018.

    Antonio Fernández Lera, 1952,  inaugura con “Poemas lentos” la colección “La garza roja”.  Consta el libro de cien poemas, en su mayoría breves, a veces sin puntuación, donde la razón es una de las principales protagonistas. Poemas en apariencia fríos, abstractos, dentro del terreno de la metafísica, poemas con preguntas que, en ocasiones, no tienen respuestas, pequeños textos filosóficos que tratan de la existencia, de la esencia de las cosas, de la transitoriedad de la vida. No nos dejemos engañar por las apariencias, que en estos poemas lentos, engañan: entre las ideas, los axiomas, las dudas aparece la luz, la magia de la poesía, el universo del poema.
    Es Fernández Lera un poeta que cuenta con varias publicaciones: En “Cuadernos de Cántiga” ha publicado Cuadros escritos (1983), Proyecto Van Gogh: Entre los paisajes (1989), Cuentos melancólicos (1990) y Los ojos paralelos (1991). Ha publicado además: Los hombres de piedra (1990), Plomo caliente / Monos locos y otras crónicas (2000), Leni, mon amour / Newtoniana (2001), Las huellas del agua (Gijón, Trea, 2007). Inéditos: Memoria del jardínLas islas del tiempo. Y en el campo de la traducción tiene obras poéticas y escénicas de W. H. Auden (El mar y el espejo), de W. Shakespeare (Versos del loco) Heiner Müller, James Merrill, Sarah Kane, Stephen Berkoff, Jenny Holzer y Bruce Naumann, entre otros. Ha sido editor de “Cuadernos de Cántiga” (junto con Alfredo Buxán, del que hablamos hace poco de “El rumor”, su último libro, también publicado bajo la mirada de la garza roja).
    He seleccionado tres poemas, (el 100 es uno de mis preferidos), que tienen como nexo  a la música “y que no pare nunca”, a las sombras de la noche, a la presencia de la naturaleza, a la segunda piel. En los tres se puede observar el estilo personal de Fernández Lera, el dominio de la imagen, el ordenado desorden de la vida. La lentitud que, poco a poco, nos lleva a ese “mundo que nos pertenece / hasta que dejamos de existir”.





Wednesday, February 20, 2019

Cinco maneras de mirar un tejado.



El edificio de ladrillos rojos.












Viene la nieve
y crece en el tejado
la madrugada.












Al mediodía
extiende su raíces
la sal del sol.










A media tarde
se amotina la sombra:
temblor de huida.











Como una gata
las uñas de la noche
la plata funde.











Pasa la vida
y un paraguas se viste
de luz mojada.

Monday, February 18, 2019


     
         

                  UNA CASA SIN LUGAR Y CON ALTO VOLTAJE: EL MUNDO DE SANDRO  LUNA
Una casa sin lugar
   Sandro Luna
   Libros de canto y cuento. 

Casa sin lugar no es un libro de poemas al uso: es una colección de prosas poéticas breves (o mejor de poemas en prosa) numeradas del 1 al 81. Es, aparte de un recinto sin lugar, una fortaleza con raíces, y no sabemos si se acordaría de Wagner y de su Walhalla a la hora de titular el libro. El poeta, ¿o es el padre?, empieza aconsejando a su hija, que apenas si sabe nada de la vida y termina con el texto 81 que dice: “Mi padre es esta cosa que no sé”. Un libro que empieza con jazmines en la mano de una niña, que sigue con una abuela que silabea el Padre Nuestro y con el padre al que ve “en una hebra fina y en una gruesa…”. Y entre hija y abuelo, la casa sin lugar, a veces apagada, a veces encendida, nos encontramos con una casa sólida, llena de amigos, de objetos cotidianos. Una casa que no tiene sereno, como otra conocida casa encendida.

En ocasiones las prosas son aforismos, navajazos que se clavan muy dentro del corazón, flechazos que electrizan la razón. A veces los textos dan la sensación de estar esbozados, limpios de polvo y paja, mostrando únicamente el esqueleto, la armazón de un animal llamado poesía, del que el poeta ha limpiado la grasa y ha dejado la palabra precisa, en unos textos luminosos, de alto voltaje. Es deber del lector adentrarse en el mundo del poeta y aderezarlo con su experiencia y darle un final o no. Algunos botones de muestra:

--Echar carbón. Al fuego le complace esta liturgia. Voy caliente al infierno.
--Hay pan en cada cosa y es cosa nuestra dar la boca.
--Me vierto en tus manos, porque ellas me acogen.
--Como quien espera la muerte, he movido los pies. 

    Casa sin lugar es un libro en primera persona, entre la biografía y el olvido, entre los jazmines y la muerte, el principio y el fin. Un libro que nos muestra los miedos y los temores del hombre, del padre, del hijo, del poeta, del profesor. (Es de noche, y estoy lejos de mi cama y de los míos). Una elegía al padre que sobrecoge. Un libro de tono biográfico, ya lo hemos dicho, de aspecto narrativo, en el que el poeta “narra” parte de su vida como narrador interno, hurgando lo cotidiano con un bisturí, ahondando en lo que en apariencia es una anécdota o un recuerdo, como en este precioso texto que es uno de nuestros favoritos: 

Mi abuela silabea el Padre Nuestro en mis oídos. Pero es mi alma quien escucha. Cada noche, desde la noche primera, mi boca se acerca a mi hija y  le beso y le rezo, en silencio, como hiciera conmigo mi abuela. Tal vez también su alma escuche.

    El libro tiene, y hay que destacarlo, un cuerpo unitario tanto en la forma como en el fondo, en la “narrativa interna” como en la poesía más honda, la fidelidad de estilo, la encubierta destreza y la aparente y engañosa facilidad. Tiene la casa amigos que la visitan y que dan pistas la lector: Sócrates, Rosales, Dylan, Feuerbach, Gaya, La pedrera, La chica de Ipanema, Eva, Ana… y muchos amigos más actuales con el que el poeta dialoga, lo que hace de esta casa sin lugar un Libro de familia. 

Para el que esto firma el texto 24 que es uno de los más hermosos del libro, es un poema que se derrama, sin cesuras y sin armaduras. Es el que mejor resume la relación del padre con su hija y con su propio padre. Piel, tacto, ternura, recuerdo y la historia se repite.

Seguro que una vez mi padre acarició mi espalda como yo acaricio la espalda de mi hija ahora.
Nuestras manos nos hermanan, a mi padre y a mí.
Me acariciabas y, en mi regazo, te acaricio yo ahora.
Mi hija nos regala este abrazo del hombre que somos y seremos.

¿Hará falta decir que el libro está dedicado al padre
                muerto? “A mi padre, casa cierta”. Y seguir viviendo. 




  

Friday, February 15, 2019

Diario ilustrado: Un día de febrero.





                                         UN DIA DE FEBRERO EN PROSPECT PARK



140219.- A lo mejor es la fecha, quién sabe, o que uno se despierta con la mirada más afilada. Ir al parque, casi a diario, es como ir a misa, o a la ópera, o a dar clase o a hacer el amor. Tenemos una ruta para cada estación: buscamos el sol en invierno y la sombra en verano, la llama de los almendros en primavera y el oro rojo en otoño. A veces hay días planos donde todo parece igual: la sombra en el mismo sitio, las mismas parejas, la hierba apenas si una piel reseca por el prado, el perro que duerme en el banco de entrada, las placas metálicas adosadas a los bancos, dañadas por la lluvia y el olvido, el lago helado… Pero hay días que es como una catedral en domingo de resurrección, una ópera de Wagner, una lección magistral.

          Ya a la entrada, posado en un árbol seco, un sinsonte, como si presintiera que la primavera no está lejana, actúa de solista en un concierto en el que llama a la amada que, poco después, aparece y se posa en una rama más alta. Cambia de tono y gorjea con fuerza y cuando ella desciende a una rama más cercana, el macho mantiene un pianísimo sostenido que hace temblar a la amada y a dos viejos que lo escuchan. Ya cautivada, el macho baja a tierra y da unos pasitos: la hembra lo sigue. Y juntos se pierden de vista. ¿Sabe el macho qué día es hoy?

        
 En uno de los bancos que están frente al prado y que son asientos de lujo, sobre una placa que hemos visto otras veces, alguien ha prendido un ramo de claveles rojos para que el olvido, la lluvia o la nieve no oxide el recuerdo de la persona de la placa: el otro día fue el aniversario de su muerte. Mientras haya flores y el tiempo las marchite. el recuerdo de la persona estará vivo.  La luz es la típica de un día de febrero algo inestable, con ramalazos de viento frío y la caricia de un sol que quiere y no puede.

          Llegamos al lago medio helado y una bandada de gansos del Canadá, que uno nunca sabe si van o vienen, se refleja en la parte helada sin atreverse a entrar en el agua. Son como flores de algodón con raíces de cristal, uñas de plata, que han crecido del frío de la noche.


          En un lugar donde en verano hay niños que juegan e inauguran la infancia sobre el esplendor de la hierba y bajo el toldo generoso de la sombra, vemos otra placa, esta parece ser nueva, oro reluciente no mordido con el óxido del abandono, que recuerda a una niña llamada Harlow “…our sweet baby girl. We love you so much. You will be forever remembered. February, 12, 2016”. Sus padres han cubierto la placa con un adorno floral de rosas.

          A la salida un joven, sentado en un banco, toca una trompeta. Es una melodía triste, como un ramo de rosas secas o un trozo de hielo partido en mil pedazos. Como lo es la vida, como lo es este día quejumbroso y afligido de febrero con nombres escritos en el olvido y pájaros que uno nunca saben de dónde vienen y adónde van.
         

Tuesday, February 12, 2019

La poesía de Alfredo Buxán




                                                              
                                                    MADRUGA EL LOBO

                                  LA POESÍA DE ALFREDO BUXÁN: EL PRIVILEGIO DEL PRÓXIMO MINUTO

Alfredo Buxán.
El rumor
La Garza roja, Madrid, 2018

          Dice Emily Dickinson:  If I feel physically as if the top of my head were taken off, I know that is poetry. Si siento físicamente como si me hubieran quitado la parte superior de la cabeza, sé que eso es poesía.

          Si siento un fuego, un tiro de gracia en la sien de la razón, un golpe seco en la garganta, un vuelo de mariposas, una corriente de lava, un abrazo esponjoso, es que estás leyendo poesía verdadera, la poesía de Alfredo Buxán y, especialmente, “El rumor”, un libro que te deja temblado de emoción, que te confirma que el mundo está bien hecho y en cada verso, en cada poema descubres que la belleza y la emoción son las dos columnas en las que se sostiene este rumor que entra en tu corazón y te reconforta y te alivia, te recuerda la magia, el poder, el hechizo de la poesía que no pasa de moda, la que se escribe con el corazón, la que dice lo mismo de siempre como si fuera nuevo, la que habla de rumores, de sensaciones, de pájaros y flores, de la rama desnuda o de un lobo que madruga o de temas clásico como el tempus fugit.

          Todo el libro es un hervidero de metáforas, de poemas derrochando musicalidad y ritmo, medida y contención llevando apretada la rienda del adjetivo, sintiendo vibrar el motor del verbo.

          Es en “Gorrión”, uno de mis poemas preferidos,  donde aparece el universo poético de Buxán. Un poema que a la vez que sirve de poética nos muestra las voces de lo que la poesía debe ser. Para unos fue el ruiseñor, para otros la alondra, para otros un pájaro cualquiera, Para todos el paso de la vida, la presencia del canto, de la luz, de la belleza, la mirada del poeta y, también, la duda y en la duda, la esperanza.

Ha vuelto el gorrión a la ventana.
Es un instante de belleza pura.
Ya sé que no es aquel. Ni yo tampoco.
Escucharé el gorjeo con que aviva,
Acaso sin saberlo, las macetas
del balcón, la mirada que contempla
su loca algarabía y sus afanes.

Quisiera, como él, no tener miedo
y volar a otro alero por sorpresa.
Vivir de rama en rama, tan tranquilo,
sin que nada interrumpa mi alegría.

Ya sé que no es aquel, pero me mira,
casi inmóvil, como si se acordara.

            En estos tiempos, donde al parecer cierta poesía está por los suelos, este libro nos reconforta y  afila la fe en la buena poesía. La que en voz baja, rumorosamente, nos ayuda a vivir. La que queda., 




   

Thursday, February 7, 2019

EL MISTERIO DESCIFRADO: Miguel Veyrat




EL MISTERIO DESCIFRADO

      Abrid las puertas de la razón ahora: la poesía cerrada de Miguel Veyrat

  
Miguel Veyrat
Tu nombre es Eros Tigres de papel, Madrid, 2018

        Dice María Zambrano  que “de no tener vuelo el poeta, no habría poesía, no habría palabra. Toda palabra requiere un alejamiento de la realidad a la que se refiere; toda palabra es también una liberación de quien la dice”. Es significativo que la frase que abre la sección titulada “Mi nombre es Eros” (el título del libro es “Tu nombre es Eros”, un significativo cambio pronominal, de “tu” a “mi”) sea, precisamente, de María Zambrano y trate del logos: “Un logos que se hiciera cargo de las entrañas”.
        Con la filosofía, el pensamiento razona, habla, enfría las emociones. Ha ido, desde Platón, liberando sistemas filosóficos, poniendo límites al espacio y al tiempo, creando salidas para las ideas encarceladas en la caverna del pensamiento. Con la poesía, el alma canta, da fuego a la palabra que, en poesía, es siempre limitada, como lo es el poema. Filosofía y poesía son dos géneros, dos sistemas opuestos y, a la vez, necesarios: son los dos railes que nunca encuentran por los que viaja el tren de la razón y de las emociones: cerebro y corazón.
        Miguel Veyrat es un filósofo que escribe poesía y un poeta que vuela alto, y al volar, como dice Zambrano, se aleja de la realidad y crea un universo complicado, de tacto frío, poesía difícil, necesitado, en ocasiones, de notas “prescindibles” y explicaciones. Un poeta alejado de lo cotidiano, de la experiencia, más cerca de abstracciones numéricas y mecanismos mentales que de la realidad y del deseo. Veyrat se encuentra a sí mismo y se reconoce en “los vastos jardines sin auroras”, como “cazador de lenguaje”, yendo “del afuera hasta el adentro”.
        Una poesía enraizada en la mitología, en el mundo clásico, en Dante y en Vallejo, en los cantos órficos (los que cierran las puertas a los no iniciados) y en Hegel, en Rilke y en Cernuda, en Barthes (el del lenguaje es una piel) y en Lao-Tsé y Platón (y el encuentro con la muerte e iniciarse en la nada).
        Si todo auténtico poeta, con un sistema poético, es una isla, un asombro, una bella e inútil metáfora, también es un solitario y Miguel Veyrat lo sabe y escribe en la madrugada de la palabra poemas entre surrealistas y “dodecafónicos”, poemas cargados con la pólvora de la confusión, argumentados con hachazos a los signos de puntuación, aplicando a las metáforas garrote vil.  Poemas, en su mayoría breves, que nos hacen sentir miedo, frío y una honda inquietud. Poemas como este, “En viaje”, que es uno de nuestros favoritos y que en siete versos en su mayoría monosílabos conjuga la ceremonia de la ceniza:

YO TÚ ÉL
Seremos
ELLO
Presente
Sin futuro
Misterio
Descifrado
       
        Miguel Veyrat es un poeta para el futuro, que maneja un material perecedero y eterno, el de siempre, el de ayer y que vive en el siglo XXI. Es cierto que su poesía no es fácil (toda poesía debe tener su grado de oscuridad y de maldición, también de luz y claridad) porque, como la de Góngora, es una poesía culta, poesía de orígenes, de iniciación, de ritual, fría como una navajazo en las vísceras de la razón, hermética, cerrada con puertas que solo abre la llave del conocimiento. Lo avisa en el primer poema: Solo digo mi poema a los iniciados, cerrad las puertas, tenemos la cabeza de Orfeo, padre y madre de la poesía, y el corazón que no tiembla. (Uno piensa en los primeros versos del romance: “Solo digo mi canción…).
        “Tu nombre es Eros”, un libro como pocos en el panorama poético español, completa el viaje del poeta entre el hacha de plata y el diluvio, entre el fuego y el aire, entre el amor y la muerte y termina con una marcha atrás a la nada, a lo infinitivo, al vacío, entre “el comienzo y el final de canto”.