Caronte, revestido con capa pluvial, báculo y remo, está pasando la laguna Estigia a una barca especial. En ella va el Papa con mitra argentina, el amante que tuvo una educación nocturna, una poeta “rebelde”, un niño santo, la reina altiva y soberbia, el jefe de estado y un joven que no conoció el amor.
Las olas mueven la barca. Ellos no siente el oleaje porque ya son agua santa, poesía luminosa, llevan el corazón como un acerico, sienten la brisa del cieno, la inocencia nevada, van con una alegría sin corona, perfumados de pólvora, con la mirada llena de brea.
Hay peces que miran, olfatean y salen a la superficie: esperan el botín. En lo alto, un pájaro da sombra a la comitiva, lleva a la media luna a su otra noche. Un sol naranja al descubierto, el otro escondido tras una rama del árbol del ahorcado. Las nubes duermen, el cielo azul como un amanecer de juicio final.
Al entrar en la barca, Juana, la poeta rebelde, mirando a los ojos al barquero le dice:
Caronte: yo sere un escándalo en tu barca
mientras las otras sombras recen, giman, o lloren
y bajo tus miradas de siniestro patriarca
las tímidas y tristes, en bajo acento, oren.
Yo iré como una alondra cantando por el rio
y llevare a tu barca mi perfume salvaje
e irradiare en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.
Por mas que tu no quieras, por mas guiños siniestros
que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo
y extenuada de sombra, de valor y de frio,
cuando quieras dejarme a la orilla del rio
me bajaran tus brazos cual conquista de vándalo.
Y la barca se queda varada.
mientras las otras sombras recen, giman, o lloren
y bajo tus miradas de siniestro patriarca
las tímidas y tristes, en bajo acento, oren.
Yo iré como una alondra cantando por el rio
y llevare a tu barca mi perfume salvaje
e irradiare en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.
Por mas que tu no quieras, por mas guiños siniestros
que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo
y extenuada de sombra, de valor y de frio,
cuando quieras dejarme a la orilla del rio
me bajaran tus brazos cual conquista de vándalo.
Y la barca se queda varada.
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