I
Nací en Santo Tomé, soy toledano,
una espada de cal y otra de arena,
el Greco y Garcilaso, la condena
de una sombra dormida en otra mano.
Barcelona era un gesto cotidiano,
una noche de sal, una cadena
que sentenció mi vida en luz ajena.
Ramblas de libertad, tiempo lejano.
Y ahora en Nueva York, filo y corriente,
espero al Tajo con su voz de acero
que me ahogue la vida lentamente.
Y, cuando me creía un extranjero
de mi zocodover y de mi gente,
en Toledo me nombran pregonero.
Nací en Santo Tomé, soy toledano,
una espada de cal y otra de arena,
el Greco y Garcilaso, la condena
de una sombra dormida en otra mano.
Barcelona era un gesto cotidiano,
una noche de sal, una cadena
que sentenció mi vida en luz ajena.
Ramblas de libertad, tiempo lejano.
Y ahora en Nueva York, filo y corriente,
espero al Tajo con su voz de acero
que me ahogue la vida lentamente.
Y, cuando me creía un extranjero
de mi zocodover y de mi gente,
en Toledo me nombran pregonero.
II
Pasa el cortejo. Un niño es centinela
y aunque no lo comprende todavía
el tiempo le dirá que es la poesía
lo que le angustia y a la vez le encela.
Ve de los toldos la ondulante vela,
el tomillo vibrante de alegría,
la luz le llena de melancolía
y Dios es una llama que le hiela.
el tomillo vibrante de alegría,
la luz le llena de melancolía
y Dios es una llama que le hiela.
Es Toledo su muerte y es su clave,
norte, final, encrucijada y centro,
misa de doce, padrenuestro y llave.
norte, final, encrucijada y centro,
misa de doce, padrenuestro y llave.
Vuelve mayor y salen a su encuentro.
Le pesan los recuerdos, pero sabe
que hay otra procesión que va por dentro.
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